CLUB LA POUPÉE...La mierda siempre sale a flote...De una forma u otra... Da igual que las cabezas rueden... Siempre sale.
via Ricardo Portabales Jr
El primer club de top-less tuvo un antes y su gran después...
La Poupée, actualmente en traspaso, conserva su entrada e interior originales. Está en la calle Luisa Fernanda y lo montaron tres camareros de Pirandello: Vicente, Antonio y Salvador.
Un bajo en su época rompedor hoy pasado de moda. Cuatro escaleras conducen a la barra, y en el pequeño recoveco se sentaba el presidente del Meliá a finales de los setenta. Alguien dijo: En breve habrá un golpe de estado. Bebía un extraño líquido con alcohol que sabía a café.
El local se abría a las 19h. Enmarcado en un discreto decorado marrón se encontraba “el palquito”, que pese a no ser un privado quedaba recogido. Su aforo era de unas cincuenta personas, no más. De 19 a 21 las muñequitas pasaban bandejas de canapés. Eran esculturales, hablaban varios idiomas y llevaban un velo transparente que cubría el pecho. Ese velo se impuso con la transformación del club a finales de los setenta. Antes era un local de alterne. Maite Zaldívar fue una de las camareras y allí conoció a Julián Muñoz. Una mujer bellísima con el busto al aire que hablaba con los clientes. Otra de las camareras era Sandra Mozarowsky, junto con distintas actrices de destape. La Poupée funcionaba de lunes a sábado durante menos de siete horas, y ganaban tres mil pesetas diarias, cantidad entonces considerable. Sabían estar, tratar, y sobre todo escuchar. Algunas estudiantes de medicina, arquitectura y derecho que se pagaban la carrera poniendo copas en el club más selecto de Madrid. Discretas, cultas, pacientes y hermosas hasta decir basta.
-Mañana liberan al padre de Julio Iglesias.
No lo sabía nadie, como no se sabían tantas cosas, y las camareras escuchaban y callaban, perfectamente conscientes de a quién tenían delante. Nunca hubo un escándalo, ni siquiera un borracho. Todo era elegancia, glamour y conversación. El hilo musical era la música de fondo, bajita, lo importante era hablar.
Emilio Romero, Juan Tortosa, embajadores, diplomáticos, Jordi Pujol con su amante de Barcelona, senadores, ministros, Bermúdez de Castro, guerrilleros de Cristo Rey. Algunos acudían incluso con sus esposas, a las que regalaban una flor.
Se atrajo un tipo de público selecto a través del boca a boca. El hermano pequeño del entonces presidente del Gobierno, Chema Suárez, relaciones públicas de una discoteca, derivaba clientes a la Poupée. Era un tipo simpático, considerado la oveja negra de la familia por dedicarse al mundo de la noche. Un gran profesional del sector que llenaba las discotecas.
Otro de los hermanos del presidente, Ricardo, trabajaba en Televisión Española. Tenía un cargo ejecutivo que consiguió por sí mismo. Sencillo y encantador, frecuentaba la Poupée con su hermano Chema. El presidente, dicho sea de paso, nunca pasó por alllí.
Susana Estrada, muy señora, acudía tras su actuación en Pirandello. El ambiente era relajado y muy agradable, de lo contrario no hubieran acudido nunca las esposas con sus maridos.
Nadiuska se dejó ver por allí en más de una ocasión. Era su época dorada, pero ya entonces hablaba del color de las corbatas de los ministros, asegurando que la Casa Real le estaba haciendo señales. Su último papel en televisión fue en la serie “Tristeza de Amor”. En el capítulo emitido el 17de junio de 1986 titulado “Un borracho menos” , el gran Walter Vidarte, en la serie un alcohólico al borde de la muerte, se casa con la camarera de un club de top- lees al que llaman “Chopin” para que ella, extranjera, consiga sus papeles de residencia. Algo similiar ocurrió con Nadiuska, cuyo matrimonio amañado levantó un gran escándalo en su tiempo. Del minuto 12:25 al 13:16, aparece el interior de un club cuyas camareras visten exactamente igual que las de La Poupée. Una no acostumbra a olvidar viejas conversaciones, pese a que el interlocutor fuera un hombre fracasado que trabajó fuera de cámara en la serie. Fue en 1992 la primera vez que oía yo hablar de ello.
La canción de Hilario Camacho “Tristeza de amor”, cuya letra resulta aún ahora más que significativa, encuadraba hechos hábilmente disfrazados. Con el paso del tiempo, las piezas de un extraño rompecabezas adquirieron sentido. “Tristeza de amor, un juego cruel, jugando a ganar, has vuelto a perder. Son muchos los que mienten, para resplandecer, sacando de su vida un interés”.
La Poupée me perseguiría sin querer. Muchos años más tarde, alguien contactaría conmigo para hablarme del club. Con los meses se convirtió en confidente.
Seis camareras asistían a los clientes. Les quitaban el abrigo al llegar y se lo ponían al marchar. Incluso cogían del brazo a los entrados en edad ayudándoles a bajar o subir las cuatro escaleras.
Francisco Laína era un cliente habitual, casi diario. Se ponía en el recoveco de la barra apoyando el brazo y pedía su wisky. A la hora de cenar se producía un vacío, hasta las 12:30, hora en que empezaban los shows en las discotecas. Y una noche, en la Poupée, alguien dijo que estaba a punto de estallar un golpe de Estado. Laína era entonces director de la seguridad estatal, con rango de secretario. Durante catorce horas asumió la Jefatura de la Comisión Permanente de Secretarios y Subsecretarios de Estado, siendo el máximo responsable de un gobierno provisional que asumió las funciones del ejecutivo secuestrado en Las Cortes durante el 23F.
La separación matrimonial de Laína fue tremenda. Tras el divorcio, montó la discoteca NEVI, entre Serrano y la Castellana, en una calle corta cercana al hotel Villamagna. Consciente de quien sabía demasiado, l@s citó en el Eurobuilding.
-Tomad –dijo- extendiendo un sobre. Esto es un pago simbólico a vuestra fidelidad. Lo tendreis todos los años.
En su interior, un millón en efectivo de las antiguas pesetas. Pero no hubo más sobres. Nunca. Aunque sí vieron otros destinados a informadores. Manejaba grandes cantidades de los fondos reservados. Tanta que llegó a sacar fuera de España quinientos millones.
De Francisco Laína y Bermúdez de Castro se dijo que pertenecían al llamado “Clan de la Moraleja”, relacionado con el crimen de las niñas de Alcàsser.
Sandra Mozarowsky murió en extrañísimas circunstancias. Nadiuska cayó en picado y estuvo viviendo en la calle durante algún tiempo hasta que los servicios sociales se ocuparon de ella ingresándola en un psiquiátrico. Julián Muñoz ha reconocido públicamente que su ex mujer, Maite Zaldívar, trabajó de camarera en La Poupée.
Existe un diario por el que se llegaron a ofrecer ciento cincuenta millones de pesetas. En él se cuenta, día tras día, todos los que pasaron por allí, de lo que hablaban y lo que sucedió.
Nunca se aceptó la oferta. Ese diario contiene la llave de una gran caja de Pandora, parte de la historia de España y el lado oscuro de grandes personajes muy poderosos que largaron por sus bocas mientras miraban el pecho velado de seis esculturales camareras. Que nadie se equivoque: No hablo de ninguna de ellas. Lo mío va mucho más allá. Aquellas muñecas enseñaban sus pechos, pero más de uno puede quedarse –literalmente- con el culo al aire.
La Poupée, actualmente en traspaso, conserva su entrada e interior originales. Está en la calle Luisa Fernanda y lo montaron tres camareros de Pirandello: Vicente, Antonio y Salvador.
Un bajo en su época rompedor hoy pasado de moda. Cuatro escaleras conducen a la barra, y en el pequeño recoveco se sentaba el presidente del Meliá a finales de los setenta. Alguien dijo: En breve habrá un golpe de estado. Bebía un extraño líquido con alcohol que sabía a café.
El local se abría a las 19h. Enmarcado en un discreto decorado marrón se encontraba “el palquito”, que pese a no ser un privado quedaba recogido. Su aforo era de unas cincuenta personas, no más. De 19 a 21 las muñequitas pasaban bandejas de canapés. Eran esculturales, hablaban varios idiomas y llevaban un velo transparente que cubría el pecho. Ese velo se impuso con la transformación del club a finales de los setenta. Antes era un local de alterne. Maite Zaldívar fue una de las camareras y allí conoció a Julián Muñoz. Una mujer bellísima con el busto al aire que hablaba con los clientes. Otra de las camareras era Sandra Mozarowsky, junto con distintas actrices de destape. La Poupée funcionaba de lunes a sábado durante menos de siete horas, y ganaban tres mil pesetas diarias, cantidad entonces considerable. Sabían estar, tratar, y sobre todo escuchar. Algunas estudiantes de medicina, arquitectura y derecho que se pagaban la carrera poniendo copas en el club más selecto de Madrid. Discretas, cultas, pacientes y hermosas hasta decir basta.
-Mañana liberan al padre de Julio Iglesias.
No lo sabía nadie, como no se sabían tantas cosas, y las camareras escuchaban y callaban, perfectamente conscientes de a quién tenían delante. Nunca hubo un escándalo, ni siquiera un borracho. Todo era elegancia, glamour y conversación. El hilo musical era la música de fondo, bajita, lo importante era hablar.
Emilio Romero, Juan Tortosa, embajadores, diplomáticos, Jordi Pujol con su amante de Barcelona, senadores, ministros, Bermúdez de Castro, guerrilleros de Cristo Rey. Algunos acudían incluso con sus esposas, a las que regalaban una flor.
Se atrajo un tipo de público selecto a través del boca a boca. El hermano pequeño del entonces presidente del Gobierno, Chema Suárez, relaciones públicas de una discoteca, derivaba clientes a la Poupée. Era un tipo simpático, considerado la oveja negra de la familia por dedicarse al mundo de la noche. Un gran profesional del sector que llenaba las discotecas.
Otro de los hermanos del presidente, Ricardo, trabajaba en Televisión Española. Tenía un cargo ejecutivo que consiguió por sí mismo. Sencillo y encantador, frecuentaba la Poupée con su hermano Chema. El presidente, dicho sea de paso, nunca pasó por alllí.
Susana Estrada, muy señora, acudía tras su actuación en Pirandello. El ambiente era relajado y muy agradable, de lo contrario no hubieran acudido nunca las esposas con sus maridos.
Nadiuska se dejó ver por allí en más de una ocasión. Era su época dorada, pero ya entonces hablaba del color de las corbatas de los ministros, asegurando que la Casa Real le estaba haciendo señales. Su último papel en televisión fue en la serie “Tristeza de Amor”. En el capítulo emitido el 17de junio de 1986 titulado “Un borracho menos” , el gran Walter Vidarte, en la serie un alcohólico al borde de la muerte, se casa con la camarera de un club de top- lees al que llaman “Chopin” para que ella, extranjera, consiga sus papeles de residencia. Algo similiar ocurrió con Nadiuska, cuyo matrimonio amañado levantó un gran escándalo en su tiempo. Del minuto 12:25 al 13:16, aparece el interior de un club cuyas camareras visten exactamente igual que las de La Poupée. Una no acostumbra a olvidar viejas conversaciones, pese a que el interlocutor fuera un hombre fracasado que trabajó fuera de cámara en la serie. Fue en 1992 la primera vez que oía yo hablar de ello.
La canción de Hilario Camacho “Tristeza de amor”, cuya letra resulta aún ahora más que significativa, encuadraba hechos hábilmente disfrazados. Con el paso del tiempo, las piezas de un extraño rompecabezas adquirieron sentido. “Tristeza de amor, un juego cruel, jugando a ganar, has vuelto a perder. Son muchos los que mienten, para resplandecer, sacando de su vida un interés”.
La Poupée me perseguiría sin querer. Muchos años más tarde, alguien contactaría conmigo para hablarme del club. Con los meses se convirtió en confidente.
Seis camareras asistían a los clientes. Les quitaban el abrigo al llegar y se lo ponían al marchar. Incluso cogían del brazo a los entrados en edad ayudándoles a bajar o subir las cuatro escaleras.
Francisco Laína era un cliente habitual, casi diario. Se ponía en el recoveco de la barra apoyando el brazo y pedía su wisky. A la hora de cenar se producía un vacío, hasta las 12:30, hora en que empezaban los shows en las discotecas. Y una noche, en la Poupée, alguien dijo que estaba a punto de estallar un golpe de Estado. Laína era entonces director de la seguridad estatal, con rango de secretario. Durante catorce horas asumió la Jefatura de la Comisión Permanente de Secretarios y Subsecretarios de Estado, siendo el máximo responsable de un gobierno provisional que asumió las funciones del ejecutivo secuestrado en Las Cortes durante el 23F.
La separación matrimonial de Laína fue tremenda. Tras el divorcio, montó la discoteca NEVI, entre Serrano y la Castellana, en una calle corta cercana al hotel Villamagna. Consciente de quien sabía demasiado, l@s citó en el Eurobuilding.
-Tomad –dijo- extendiendo un sobre. Esto es un pago simbólico a vuestra fidelidad. Lo tendreis todos los años.
En su interior, un millón en efectivo de las antiguas pesetas. Pero no hubo más sobres. Nunca. Aunque sí vieron otros destinados a informadores. Manejaba grandes cantidades de los fondos reservados. Tanta que llegó a sacar fuera de España quinientos millones.
De Francisco Laína y Bermúdez de Castro se dijo que pertenecían al llamado “Clan de la Moraleja”, relacionado con el crimen de las niñas de Alcàsser.
Sandra Mozarowsky murió en extrañísimas circunstancias. Nadiuska cayó en picado y estuvo viviendo en la calle durante algún tiempo hasta que los servicios sociales se ocuparon de ella ingresándola en un psiquiátrico. Julián Muñoz ha reconocido públicamente que su ex mujer, Maite Zaldívar, trabajó de camarera en La Poupée.
Existe un diario por el que se llegaron a ofrecer ciento cincuenta millones de pesetas. En él se cuenta, día tras día, todos los que pasaron por allí, de lo que hablaban y lo que sucedió.
Nunca se aceptó la oferta. Ese diario contiene la llave de una gran caja de Pandora, parte de la historia de España y el lado oscuro de grandes personajes muy poderosos que largaron por sus bocas mientras miraban el pecho velado de seis esculturales camareras. Que nadie se equivoque: No hablo de ninguna de ellas. Lo mío va mucho más allá. Aquellas muñecas enseñaban sus pechos, pero más de uno puede quedarse –literalmente- con el culo al aire.
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