martes, 9 de abril de 2013







La reina Victoria Eugenia cobró 700.000 pesetas anuales en la década de los 60 pagadas por Franco






¡Cuánto deben los Borbones al general Francisco Franco! Y no sólo la restauración de la Monarquía, sino cosas tan vulgares como el dinero para pagar a la servidumbre y al cobrador del gas.
A comienzos de 1906, cuando se preparaba la boda de la princesa Victoria Eugenia de Battenberg con Alfonso XIII, proclamado rey de España en 1902, la Gaceta de Madrid publicó el 24 de marzo una ley por la que el Reino de España se comprometía a abonar a la futura reina una asignación anual de 450.000 pesetas, que se reducirían a 250.000 en caso de quedar viuda. Una auténtica fortuna en la época.
La asignación se pagó sin problemas durante el reinado de Alfonso XIII, hasta 1931, pero dejó de pagarse durante la II República, pese a que el presidente de ésta, el abogado Niceto Alcalá-Zamora había sido dos veces ministro del rey.
Como ya contamos en otro Buscón, el general Franco encontró tiempo durante la guerra para firmar en diciembre de 1938 un decreto-ley que devolvió a Alfonso de Borbón y Habsburgo-Lorena su condición de español y sus bienes confiscados. Pero no bastó a la familia Borbón. El periodista cortesano Julián Cortés Cavanillas explicó (Tiempo, 23-III-1984) un vicio de Victoria Eugenia que se extendió a su prole, al menos a parte de ella:
“La reina era algo manirrota, no tenía sentido del dinero y gastaba a veces más de lo preciso, encontrándose después en situaciones difíciles. Ha habido gente, monárquicos, que la han ayudado económicamente para hacerle más fácil su exilio.”
La exreina Victoria Eugenia, que se había separado de su marido en el exilio, comunicó a Franco que estaba pendiente el abono de su asignación como viuda, 250.000 pesetas, y que le vendría como anillo al dedo. El generalísimo, que sentía auténtico respeto por su reina, se apresuró a cumplir la petición. En agosto de 1955, el general Francisco Franco Salgado-Araujo recogía las siguientes confidencias de su primo Franco Bahamonde en Mis conversaciones privadas con Franco:
“(...) ha expuesto el deseo de la reina Victoria de que se le conceda la pensión de 250.000 pesetas anuales, a que por lo visto tiene derecho por estipulaciones matrimoniales. Lo que no comprendo es cómo no se las dan hace mucho tiempo y las ha tenido que solicitar”.
Ah, la tradicional incuria española, que deja a una reina sin su asignación.
El 2 de septiembre de ese año, Franco firmó en La Coruña, donde se encontraba de vacaciones, un decreto-ley por el que, como rezaba su título, “se restablece la vigencia del artículo 2º de la Ley de 23 marzo de 1906” por considerarse “conveniente al interés nacional”. Desembolsar una asignación a una reina extranjera y exiliada era ¡de interés nacional! Además, el pago se incluiría en los Presupuestos Generales del Estado de los años siguientes. ElBoletín Oficial del Estado publicó el decreto-ley con la firma del jefe del Estado en su edición de 22 de septiembre.
Asignación triplicada por deseo de Franco
Pero 250.000 pesetas no bastaban a la exreina, que vivía en Suiza, en un palacete con jardín y servidumbre, y, además, cuidaba de sus nietos Alfonso y Gonzalo, hijos del infante Jaime. La inflación no sólo empobrece a los humildes y a la clase media, sino también a los monarcas derrocados.
Por ello, el conde de Gamazo, administrador de los bienes de la reina, escribió en septiembre de 1961 una carta al entonces ministro de Asuntos Exteriores, el falangista vasco Fernando Castiella, para conmover el corazón del Consejo de Ministros del régimen franquista y pedir el aumento de la asignación o al menos el abono de los atrasos de los años de la República.
La carta, reproducida por José María Zavala en El patrimonio de los Borbones y de la que hay copia en la Fundación Nacional Francisco Franco, contenía estas frases:
“¿Cómo se puede privar, a quien ha sido madre ejemplar en su categoría, que viva en una casa cuidada y reciba en ella a su familia, cuando van a Suiza sus hijas, las infantas doña Beatriz y doña Cristina, con los nietos o maridos para verla y consultar a especialistas? (…) La venta de alhajas de su propiedad no da lustre a nuestro país, pero ella prefiere venderlas a quedarse sin la compañía de los suyos, que es lo único que le queda de tanto como tuvo.” 
Sin duda avergonzadas porque una exreina de España, tan digna como honrada, viviese con semejantes apuros ante los extranjeros, siempre dispuestos a murmurar de los españoles, las autoridades franquistas aumentaron la asignación a 700.000 pesetas anuales. Es decir, casi la triplicaron respecto a la cifra oficial.
Como la cantidad era pública, hubo algunas protestas. Incluso un procurador en Cortes, el falangista alicantino Agatángelo Soler, reclamó saber cuánto dinero de los españoles percibían doña Victoria Eugenia y su hijo don Juan, pretendiente a la Corona.
Para hacernos una idea de lo que suponía en los años 60 la cantidad 700.000 pesetas, recordemos que cuando murió Victoria Eugenia de Battenerg, los periódicos que dieron la noticia de su muerte, como este ejemplar de La Vanguardia, se vendían a tres pesetas, cuando hoy cuestan 1,30 euros, es decir, 216 pesetas, 72 veces más.
En conclusión los últimos catorce años de su vida, de 1955 a 1969, la exreina, junto con sus hijos y nietos, disfrutó del dinero público que Franco tuvo a bien enviarle a Suiza.
A algunos no les hacen falta cuentas corrientes.


Los ricos asturianos de antaño y la misteriosa herencia de don Juan de Borbón


Don Juan de Borbón y Battenberg, conde de Barcelona, en la década de 1980.

Pues no, resulta que no, que Don Juan Carlos de Borbón no llegó al trono con una mano avanti y la otra in dietro, como hasta ahora se suponía, sino bien forrado por una misteriosa herencia que, de creernos la historia que ahora nos cuentan, procedería de la fortuna acumulada por su padre, Don Juan de Borbón y Battenberg, otro a quien siempre se le supuso más tieso que la mojama, quien a su vez la habría heredado de su padre, el Rey Alfonso XIIIAlfonso de Borbón y Habsburgo-Lorena ya venía rico por parte de madre, la regente María Cristina de Habsburgo-Lorena y, por si ello fuera poco, él mismo se implicó en no pocos negocios e industrias que en la primera mitad del XX se montaron en España al albur de la abundancia de dinero propiciada por la neutralidad española en la Gran Guerra y la paz social que significó la dictadura de Primo de Rivera. Por participar, Alfonso XIII incluso participó en una productora de películas pornográficas, de nombre Royal Films.
En su testamento, el Rey derrocado favoreció al infante Juan en perjuicio de su hijo mayor, el infante Jaime, postergado por su sordomudez, y de sus hijas Beatriz y Cristina. El régimen franquista, que había devuelto a Alfonso XIII las propiedades incautadas por la II República, caso de los palacios de La Magdalena (Santander), Miramar (San Sebastián) y la isla de Cortegada (Arosa), corrió con muchos de los gastos del conde de Barcelona una vez que éste, su mujer y sus cuatro hijos se instalaron en Estoril.
El régimen franquista corrió con muchos de los gastos del conde de Barcelona y su familia
Sin embargo, las facturas debían de ser numerosas, porque para obtener dinero de bolsillo el pretendiente llegó a cobrar las fotografías que se hacían los juanistas con él, como ocurrió el día de San Juan de 1948. Su socio en el 'negocio' fue el fotógrafo César Cardoso.
El infante Juan contó también con el apoyo dinerario de la aristocracia, la misma que había abandonado a su padre el 14 de abril de 1931. Por ejemplo, se hacían colectas entre los Grandes de España y otros miembros de la nobleza que se entregaban al pretendiente o a sus administradores, uno de los cuales fue elconde de los Gaitanes. ¿Cómo se sentirían ahora -de seguir vivos- esos aristócratas que durante décadas sostuvieron con su dinero al Conde de Barcelona, al enterarse de que su protegido, según cuentan los cuentacuentos, en realidad murió rico...? La aristocracia asturiana, carente entonces de Gaitanes, fue más inteligente y no se limitó a aflojar la bolsa.
Acciones para la Corona
Aunque en 2013 Asturias registra más parados que en los años más duros de la reconversión industrial, durante el franquismo fue un emporio de riqueza en el que estaban representados todos los sectores económicos: minas, astilleros, pesca, siderurgia, vaquería… Altos Hornos de Vizcaya y Ensidesa estaban obligados a comprar y quemar carbón asturiano. La burguesía y la aristocracia del Principado promovieron numerosas empresas, la mayoría de ellas hoy desaparecidas o absorbidas por otras, como Hidroeléctrica del Cantábrico, Banco Herrero y numerosas minas que al quebrar acabaron en Hunosa (INI); de esa época, sólo sobrevive Duro Felguera.
En los consejos de administración de muchas de esas empresas, y de otras menos conocidas, se reunían las grandes fortunas asturianas y sus pares de otras regiones. En el consejo de Mundus, dedicada a la fabricación de andamios de acero, según uno de los ingenieros que trabajó en ella, “parecía estar metida toda la Diputación de la Grandeza española, porque todos eran condes, marqueses, barones...”
Los propietarios de estas empresas solían inscribir un porcentaje de acciones a nombre de don Juan
Como muestra de lealtad y de colaboración con la causa juanista, los propietarios de esas empresas solían inscribir un porcentaje del accionariado a nombre del Conde de Barcelona, cuyo padre y cuya abuela, la reina regente, habían concedido los títulos a las familias.
 “Entonces era costumbre, cuando se montaba una empresa, regalar unas acciones a la Corona”, aseguró el ingeniero Félix Mazón, que trabajó en varias industrias asturianas. Repetimos: hablamos de astilleros, metalúrgicas, minas… Con el mercado cautivo español y en los años del desarrollismo.
Cabe preguntarse qué ha sido de esas acciones de empresas entonces boyantes y qué dividendos dieron a una familia tan sacrificada.



Vozpópuli

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