martes, 12 de marzo de 2013





Erase una vez.....



Érase una vez ...

La literatura está repleta de lugares ficticios para los que deseen dar un paseo. creíbles o absurdo, aterrador o acogedores, lugares imaginarios están dotados de un encanto que no permite que nos quedemos impasibles. El Tártaro, Atlantis, El Dorado, el País de Nunca ... Había un negocio arriesgado con nuestra imaginación que la película se materializó?

Aprovechando estos mundos paralelos que siempre ocuparon el arte, Pedro Varela inventa escenarios fantásticos que renuevan el poder que el arte nos ha dado para tocar lo intangible, el sueño, la quimera. Un consenso con encanto entre telúrico y arquitecturas de aire ambiguo se acumulan y se funden en pseudoquarteirões distribuidos por su peculiar forma de vincular a lo extraordinario. En lugar de ríos y montañas en los edificios del paisaje rollo chinos se erigen con mortero se originó en bolígrafo que se rebelaron contra los materiales nobles, y todo flota en papel blanco convertida en fundación de ciudades. Incluso cuando se migra al soporte tridimensional, es nada más que prevalece.

La delicadeza de la escala es tan armoniosamente con los tonos azules que van más allá de lo monocromático para dar cuenta de las sombras y rellenos, al igual que con la dosis precisa de los colores estridentes que dan vida al paisaje, a continuación, llamar por el espacio se convierte en adentremos irresistible. Pero ¡cuidado! Nuestros pies no son bienvenidos en estas tierras - es nuestra visión detallada de lo que se pide. En el turismo de la retina en desorientamos deliciosamente con la imposibilidad de construcciones dudosas: el minarete de la mezquita se mueve hacia un extraño cerca del acueducto romano, el puente parece perfectamente maleable pasable.

Caminando con la mirada al territorio fabuloso formado por las ciudades y los paisajes creados por Pedro Varela está permitiendo que escape a ese mundo donde Macondo, Pasargada, Agartha o Mu, y donde el arte parece tener más importancia. Tomemos, para el viaje.



Erica Tulip

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