lunes, 4 de marzo de 2013




CLUB BILDERBERG: EL PODER EN LAS SOMBRAS 

LA TELARAÑA 
 Si a alguien le dicen que nada en el mundo es lo que parece: que las ideologías y 
los enfrentamientos bélicos; lo que lee en los grandes medios de prensa mundiales; 
las grandes decisiones políticas y económicas; los movimientos financieros y de 
armas; de tropas y de la Bolsa mundial; los precios del oro y el petróleo; y la 
aparición de virus mortales que arrasan con poblaciones enteras, entre muchas 
otras cosas más, es todo digitado, controlado y observado por un selecto grupo de 
pocas personas, puede llegar a esbozar una sonrisa socarrona y pensar que su 
interlocutor no está en sus cabales o es gran consumidor de películas de cienciaficción. 
 Sin embargo, aunque ello no trascienda a la opinión pública, esos hechos y 
muchos otros, que parecerían obra de la imaginación, son reales, tanto como lo es 
la existencia de ese selecto grupo de personas. Un grupo que desde 1954 viene 
reuniéndose cada año y durante cuatro días en un país distinto –siempre en Europa 
o América del Norte-, ocupando exclusivamente un hotel de lujo, para lo cual sus 
huéspedes han sido convenientemente desalojados. Un lugar que en esos cuatro 
días permanece cerrado a la vista de los curiosos, de los fotógrafos y de la prensa, 
que nunca tiene acceso a lo que sería una noticia espectacular dado el origen, 
funciones y categoría de quienes acuden a ese encuentro, protegido además por 
una mezcla de cientos de policías con perros, militares y agentes de servicios 
secretos, entre ellos la CIA. Múltiple protección externa para el más absoluto 
secreto de lo que se trata puertas adentro del lugar elegido para ese encuentro 
anual. Protección que incluye el maltrato físico y el arresto para aquel periodista o 
fotógrafo que se atreva a acercarse por sorpresa, o que pretenda “asaltar” a una de 
las figuras que eventualmente salga caminando de allí, ya que por lo general llegan 
y se van en automóviles con vidrios polarizados que en un costado de sus 
parabrisas llevan la letra “B”. 
 Se trata del Club Bilderberg, así llamado porque su primera reunión se llevó a 
cabo en el hotel de ese nombre, en la ciudad holandesa de Oosterbeeck. La 
Enciclopedia Británica, única que lo registra, lo define brevemente así: “Conferencia 
de tres días a la que asisten cerca de 100 de los banqueros de Europa y Estados 
Unidos, economistas, políticos y líderes gubernamentales más influyentes. Se 
realiza cada año en un país occidental, en una atmósfera de rígido secreto”. Nada 
más podrá encontrar quien pretenda saber algo de este Club, salvo algunas escasas 
y siempre repetidas referencias en Internet, copiadas unas de otras, o en dos o tres 
libros que se han escrito sobre el tema. Si intenta buscar información en algún 
importante medio de prensa de cualquier parte del mundo, sólo recibirá una mirada 
incómoda y evasivas o expresiones de desconocimiento. Lo mismo si tiene la suerte 
de poder acceder a algún Banco de prestigio o a un agente financiero de renombre. 
A lo sumo, en medio de todo, quizás sólo perciba una sombra de temor. De mucho 
temor. 


El fundador del Club Bilderberg fue el príncipe Bernardo de Holanda, padre de la 
actual reina Beatriz y un hombre que cometió varios pecados de juventud. Como 
por ejemplo haberse afiliado en 1933 al Partido Nazi de Adolfo Hitler, con número 
de afiliación 2.583.009 y fecha de ingreso 1º de mayo de 1933. Alemán de 
nacimiento, también colaboró con las tristemente célebres “SS” con el grado de 
oficial, desafiliándose del Partido Nazi en 1937 ya que iba a contraer matrimonio 
con la entonces princesa Juliana y la casa real no quería escándalos, pero 
manteniendo siempre su fervor nazi y su admiración por el Führer. Algo que le 
reiteró poco antes de su casamiento y entrada en la casa real holandesa, cuando 
envió al pequeño y demente cabo austríaco algunas cartas muy elogiosas en las 
que además resaltaba su sentimiento alemán y hacía profesión de fe nazi, 
saludándolo con aquel clásico “¡Heil,Hitler!” antes de firmar. Dos de esas cartas 
fueron publicadas luego de su fallecimiento, en diciembre de 2004, y luego 
archivadas en un museo alemán. Antecedentes que, a decir verdad, resultan 
bastante más “pesados” que los del argentino Jorge Zorreguieta, el padre de la 
princesa Máxima de Holanda, a quien la casa real le prohibió asistir al casamiento 
de su hija porque había trabajado unos meses en la secretaría de Agricultura 
durante la dictadura militar que encabezó Jorge Rafael Videla. 
 Como sea, Bernhard von Lippe Biesterfeld –nombre completo del príncipe nazi- 
decidió fundar en 1954 el Club Bilderberg en el hotel homónimo de Oosterbeeck, 
donde había concentrado a varios representantes de la política, la banca y las 
finanzas occidentales, con el objeto de implementar una “asociación interatlántica 
que fomentara los lazos de cooperación y desarrollo económico entre Europa y 
Estados Unidos”. Uno de los que lo acompañó en esa fundación era Otto Wolf von 
Amerongen, a quien pocas personas conocían, quizás por el hecho de haber sido 
vinculado al robo nazi de pertenencias judías antes y durante la Segunda Guerra 
Mundial, antes de recalar en el Deutsche Bank. Dicho sea de paso, Estados Unidos 
seguramente estaba en conocimiento de las andanzas nazistas del príncipe 
Bernardo, pero parecieron no importarle en tanto su nuevo emprendimiento sirviera 
para frenar al comunismo. Por otra parte, el Club no se reunió en 1976 ya que su 
entonces presidente, el polifacético Bernardo, fue salpicado por el escándalo de la 
empresa Lockheed al haber recibido coimas por la compra de aviones caza para 
Holanda, por lo cual se vio obligado a renunciar a esa presidencia. 
 Eso sí, el Club es tan exclusivo para las figuras más importantes de Occidente –a 
las que ya se agregaron también los rusos- que nunca son invitados africanos, 
asiáticos, latinoamericanos y mucho menos personajes provenientes de Medio 
Oriente. Para ello cuenta con el Steering Committee, integrado por unas 40 
personas que seleccionan rigurosamente, cada año, a quiénes se invitará, lo cual 
debe ir de acuerdo con los temas que se tratarán en esa agenda. Y que en muchos 
casos derivarán en graves perjuicios para uno o varios países, como se verá más 
adelante. Porque si hay algo seguro que el Club Bilderberg nunca hará, es obras de 
beneficencia. 
Una larga alfombra roja 
 Los invitados que anualmente concurren al mágico encuentro de los 
bilderbergers raramente superan la cantidad de cien. El Steering Committee
autoriza, de todas maneras, a que cada uno de ellos pueda a su vez invitar a otros 
dos, lo que raramente ocurre, y también sucede que algunos personajes se 
presentan “fuera de lista”, o sea habiendo solicitado no figurar en la misma. Tal es 
lo que ocurrió, en la reunión de mayo del 2004 en el Hotel Trianon de Versalles, 
Francia, con el entonces secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, quien 
acudió a informar sobre los “progresos” en la ocupación de Irak. 
 Es muy extensa la nómina de quienes han transitado por la larga alfombra roja 
que conduce a las deliberaciones del Club Bilderberg en sus distintas versiones 
anuales. Por ello mencionaremos a los más notorios, y aunque esta lista también es 
extensa, vale la pena repasarla.


En primer lugar, cuando el príncipe Bernardo de Holanda creó el Club, contó con 
el apoyo de la banca Rothschild, de Nelson y David Rockefeller y del que muchos 
llaman “el príncipe de las tinieblas” –desde que ordenó los bombardeos de Laos y 
Camboya, impulsó el golpe militar en Chile contra Salvador Allende y, se dice 
también, tuvo que ver en el asesinato del ex primer ministro italiano Aldo Moro-, 
Henry Kissinger, quienes no dejan de concurrir, desde la primera, a todas las 
reuniones. Desde entonces han desfilado los rostros, algunos de ellos desconocidos 
para el gran público, de estos personajes: George Bush (padre); Hillary Clinton; 
Donald Rumsfeld; Bill Clinton; Tony Blair; John Kerry (senador demócrata y ex 
candidato presidencial); Romano Prodi (Primer Ministro italiano); Kofi Annan, (ex 
secretario general de la ONU); Jean Claude Trichet (Banco Central Europeo); Alan 
Greenspan (Reserva Federal EE.UU.); Richard Holbrooke (llamado el “padre de los 
acuerdos de Dayton”, donde se partió a Yugoeslavia, y considerado responsable de 
la guerra de Kosovo); general James Jones (comandante de las fuerzas aliadas en 
Europa); general retirado John Keane; George Soros (el millonario húngaroamericano que tiene muchos intereses en la Argentina); Bill Gates (el magnate de 
Microsoft) y su esposa Melinda; Jacques Chirac; la reina Sofía de España (asistió a 
las reuniones de 1991, 1994, 1996, 2001 y 2005, y se encontraba en esta última 
cuando su nuera, la princesa Leticia, anunció su primer embarazo); José María 
Aznar; Esperanza Aguirre Gil de Biedma (ex ministra de Cultura en la 
administración Aznar y una de las que más ha participado en las reuniones); Juan 
Luis Cebrián (también uno de los más frecuentes visitantes, propietario del Grupo 
PRISA, prensa española, donde no se ha publicado una palabra sobre las reuniones 
del Club); Matías Rodríguez Inciarte (vicepresidente del Banco Santander, quien 
sabe desde hace mucho que miles de españoles perderán todos sus ahorros por el 
desplome inmobiliario, aunque no parece preocupado); Bernardino León (secretario 
de Asuntos Exteriores de España); Jaime Carvajal y Urquijo (financista, también 
miembro de la Trilateral y amigo de la infancia del rey Juan Carlos); Rodrigo Rato 
(ex ministro de economía y ex director del FMI); Javier Solana (responsable de la 
política exterior de la Unión Europea); Pedro Solbes Mira (ministro de Economía 
español y también miembro de la Trilateral); Francisco González (presidente del 
BBVA); Joaquín Almunia Amann (ex secretario general del PSOE-Partido Socialista 
Obrero Español); Manuel Fraga Iribarne y Jordi Pujol (de la Junta de Galicia); la 
reina Beatriz de Holanda (hija del fundador del Club Bilderberg); el príncipe Philippe 
de Bélgica (su familia niega que pertenezca al Club); Jeroen van der Veer (Shell); 
Mario Monti (presidente de la Universidad Bocconi, de Milán, y miembro de la 
Comisión de Competencia de la Unión Europea); Giovanni Agnelli (presidente de 
Fiat, fallecido en 2003); Michel Camdessus (ex director del FMI); Etienne Davignon 
(vizconde belga y último presidente del Club); Lord Carrington (ex secretario 
general de la OTAN); Jaap de Hoop Scheffer (actual secretario general de la misma 
organización); Valery Giscard D’Estaing (ex presidente francés); Paul “medias 
rotas” Wolfowitz (ex subsecretario de Defensa de Estados Unidos y presidente del 
Banco Mundial); Richard Perle (ex asesor de George W. Bush y vínculo de los 
servicios secretos israelíes); el general Peter Sutherland (presidente de British 
Petroleum y ligado a Goldman Sachs); Anna Lindh (ex canciller de Suecia asesinada 
en septiembre del 2003); Karl Otto Pöhl (Bundesbank); James Wolfensohn (Banco 
Mundial); José Sócrates (primer ministro de Portugal); y Klaus Schwab (presidente 
del Foro de Davos). 
 Como se dijo, la nómina es mucho más extensa, y a la misma se agregan, 
además de ministros del Parlamento Europeo, eurodiputados, académicos y 
militares, los máximos jerarcas de la Banca y de varias multinacionales, entre ellos 
los de los grandes Bancos como Rothschild, Morgan, Baruch, Schiff, Goldman 
Sachs, Warburg y Loeb & Co., y de las compañías Mitsubishi, Siemens, Bayer, 
Nokia, Lufthansa, Nestlé, Ericsson, Fiat, Coca Cola, Pepsi Cola, General Motors, 
France Telecom, Danone, Heineken y Danish Oil and Gas Corporation, entre las más 
renombradas.


 Obviamente no podían faltar, por su gran utilidad en el manejo de la 
información, los directores y principales columnistas de diarios como “The 
Washington Post”, “The New York Times”, “The Wall Street Journal”, “Die Zeit”, 
“Corriere Della Sera” y “Financial Times”, además del ya mencionado presidente del 
grupo español PRISA y ex director del diario “El País”, Juan Luis Cebrián. Toda una 
pléyade de altos exponentes de la prensa mundial, listos para difundir al mundo lo 
que el Club Bilderberg dicte o permita, pero obviamente autocensurados para no 
decir una palabra de lo que se prepara en una cocina tan selecta. Y tan secreta.


Agentes de la CIA (el gordo: el agente Smiley) esperando la salida de Richard 
Holbrooke en la reunión de Rottach Egern, Alemania, 2005. 


De masonería, secretismos, ayudas y amenazas 

Este Club funciona, efectivamente, como una sociedad secreta. Muchos de sus 
miembros están influenciados por antiguas sociedades de ese tipo como los 
Illuminatti y la Masonería. De hecho, no es una logia reconocida pero sus 
fundadores y varios de los dirigentes que han transitado por allí, o que lo siguen 
haciendo, son masones, y es como tales que barajan sus cartas en los encuentros y 
deciden qué hacer con tal o cual dirigente –ya sea premiarlo o quitarlo de en 
medio-, a cuál promover a los máximos cargos políticos, qué guerras merecen 
librarse, o qué país debe ser ahogado financieramente, entre otras conspiraciones 
por el estilo. 
 Cristina Martín es una periodista española que ha investigado a esta asociación 
secretista y escrito el libro “El,Club Bilderberg-Los Amos del Mundo”. En un 
reportaje realizado en 2006 a través del chat del sitio Terra, reveló entre otras 
consideraciones que las religiones oficiales no cumplen ningún papel en el Club, 
“aunque hay una conexión directa con la Masonería”. Señaló que se propuso 
develar los secretos de “ese grupo poderoso que actúa tan secretamente para 
dominar el mundo”, y que para ello se contactó con “un investigador que lleva años 
siguiéndoles la pista, cuyo nombre omitiré por su seguridad personal”. Según la 
periodista, éste le dijo: “Bilderberg es igual que Gran Hermano, el ojo que todo lo 
ve y controla. No actúan por dinero, ya que tienen muchísmo; es por poder. El 
objetivo real es el poder absoluto; convertir a la gente en esclavos”. Agregó que su 
interlocutor le mostró a continuación un billete de un dólar para mostrarle la 
simbología masónica que contiene: “El ojo sobre la pirámide, las 13 ramas, las 13 
flechas. Debajo de la pirámide hay una frase que dice: Nuevo Orden Mundial. No 
sólo se intuye la mano de la Masonería, sino del Iluminismo”. Atendiendo a esta


explicación, podríamos agregar por nuestra parte que el billete de un dólar tiene la 
figura de George Washington, y éste era un connotado masón. 
 En otro orden, la periodista española señaló que “en el año 1960 diversos 
miembros del Bilderberg y de otras sociedades secretas se reunieron para analizar 
la situación internacional. De allí salió el informe ‘Iron Mountain’ (Montaña de 
Hierro), en el que concluyeron que no existen medios más eficaces que las 
guerras para sacar beneficios. Han implantado una economía de guerra donde 
con su dinero arman a los dos bandos, crean situaciones de peligro y se aprovechan 
con las reconstrucciones, los créditos, y acaban dominando las vidas de los países 
afectados”. 
 El investigador al que se refería Cristina Martín, evitando nombrarlo “por su 
seguridad personal” es Daniel Estullin, ruso de nacimiento y nacionalizado 
canadiense, quien efectivamente sigue el rastro del Club Bilderberg y de sus 
participantes desde hace casi quince años. Ello le ha valido no pocas amenazas 
contra su vida y hasta un atentado en 1996, cuando sabotearon un ascensor que 
iba a tomar. De allí que cambia frecuentemente de lugar de residencia, haciéndolo 
actualmente en España, y en los reportajes que se le hacen elude mencionar 
aspectos de su vida privada, como por ejemplo su domicilio y si es casado y tiene 
hijos. 
 Estullin, de 40 años, ya ha publicado dos libros, uno a continuación del otro. El 
primero, editado en 2005, se titula “La verdadera historia del Club Bilderberg” y se 
constituyó en un best-seller mundial, que llegó a 38 países y fue traducido a 21 
idiomas, recibiendo en Canadá el premio “The Kingston Eye Opener” al mejor libro 
de no ficción extranjero, pese a que algunos –seguramente enviados por el Club- lo 
tildaron de “conspiranoico”. En el segundo, “Los secretos del Club Bilderberg”, su 
autor revela las intrigas ocultas de los principales políticos y empresarios, 
demuestra cómo el Club manipula la cultura hasta convertirla en “un instrumento 
de lavado de cerebro de las masas” y cómo se ha servido de conflictos como los de 
Kosovo y Afganistán para consolidar su monopolio en uno de los negocios más 
lucrativo de todos los tiempos: el tráfico de drogas. 
 Estullin asegura tener abundante documentación sobre todo lo concerniente al 
Club Bilderberg, además de haber logrado contar con un contacto que le ha filtrado 
parte de esos documentos. Asegura además que de la invasión a Irán ya 
comenzaba a hablarse en la reunión que el Club realizó en 2005 en Rotach-Egern, 
un pueblo ubicado en Bavaria, Alemania. Lo que equivaldría a pensar que quizás, a 
casi dos años de ese encuentro, esa invasión podría estar muy cercana. 
 Durante la reunión de los bilderbergers en 2003 en el Hotel Trianon, de 
Versalles, hubo por primera vez un ligero enfrentamiento entre algunos 
participantes europeos y norteamericanos por la invasión de Estados Unidos a Irak, 
ya que un grupo de los primeros se había opuesto el año anterior a la misma, 
además de que en ese encuentro del 2002, Donald “el pastorcito mentiroso”
Rumsfeld había asegurado tajantemente que esa invasión “no se realizará”. 
 Por otra parte, y como se señaló anteriormente, el Club Bilderberg se encarga 
muy bien de ayudar a sus socios a acceder a diversos altos cargos. Es así como, 
por ejemplo, Bill Clinton y Tony Blair estuvieron en una reunión del Club antes de 
llegar a ser, respectivamente, presidente de Estados Unidos y Primer Ministro del 
Reino Unido. Lo mismo ocurrió con Jaap de Hoop Scheffer antes de acceder al cargo 
de secretario general de la OTAN. Menos suerte tuvo, en cambio, el senador 
demócrata norteamericano John Kerry, candidato presidencial en las últimas 
elecciones de Estados Unidos en que enfrentaba la reelección de George W. Bush, y 
que había participado en la reunión del Bilderberg en Suecia, en 2001. Una suerte 
que, de acuerdo a la sintonía más afinada de este último y muchos miembros de 
su administración con el Club, fácilmente pudo haber sido desviada hacia los 
republicanos. 
 Hay otras maniobras achacadas al Club, que han sido denunciadas por algunas 
publicaciones tanto de derecha como de izquierda. Por ejemplo, en el encuentro 
realizado en 1999 en Sintra, Portugal, se decidió dar “luz verde” a Rusia para que 


bombardeara Chechenia. A su vez, los seguidores de la ex Primer Ministro británica 
Margaret Thatcher lo acusan de haberla apartado de la política por haberse opuesto 
a la adopción del euro como moneda única en la Unión Europea. 
 Por su parte, en el año 2000 Donald Rumsfeld trabajó junto al general Peter 
Sutherland en la dirección de la compañía suiza de energía ABB, y fue esta 
compañía la que le vendió dos reactores nucleares a Corea del Norte, 
supuestamente enfocada como uno de los integrantes del “eje del mal” que tanto 
preocupa al gobierno norteamericano. Otra particularidad de los bilderbergers es 
que suelen encontrarse unos días antes y cerca del lugar de cada reunión del Grupo 
de los 8 (G-8). Las casualidades, a veces, no existen. 
 De todas maneras, al Club Bilderberg no se le reconoce ideología específica 
alguna, y así lo demuestra frecuentemente a través de sus acciones. Se lo sindica a 
la vez de nazi, antisemita, conservador y socialista. Lo cierto es que tiene una 
ideología muy propia, no importa quiénes sean ni de dónde provengan sus socios. 
Allí dentro, sólo existe una, que más que ideología es un culto: el del poder y la 
dominación mundial. 
De Kofi Annan, ciertos medios y Putin 
 Pasando a otro reportaje interesante, el que se le realizó a Arcadi Oliveres -
doctor en Ciencias Económicas de la Universidad de Barcelona y presidente de la 
organización catalana “Justicia i Pau” (Justicia y paz), quien también ha investigado 
al Club Bilderberg- contiene también datos para tener en cuenta. Oliveres revela 
que el Club, además de las cuotas de miles de dólares que recibe de cada uno de 
sus socios, tiene sus “mecenas” para financiar sus costosos encuentros, 
destacándose entre ellos la familia Wallenberg, la más rica de Suecia ya que es 
accionista mayoritaria de empresas como Electrolux, ABB y Ericsson. Señala el 
hecho llamativo de que una de las hijas de Wallenberg está casada con Kofi Annan, 
el ex secretario general de la ONU que antes de serlo fue secretario del Steering 
Comittee del Club Bilderberg, y explica que “es necesario que se difunda todo este 
tipo de informaciones, que la gente sepa quién está decidiendo, quién es Kofi 
Annan y por qué ha decidido unas cosas y no otras”. 
 Al recordársele que los medios de prensa nunca informan sobre las reuniones de 
los bilderbergers, Oliveres explica: “Hay demasiados intereses económicos en los 
grandes grupos de comunicación. Como ejemplo baste analizar qué pasó con ‘Le 
Figaro’, el diario más vendido de Francia. Cuando murió el último propietario, sus 
ocho hijos decidieron vender el 80% de las acciones. La mitad fue adquirida por 
Marcel Dassault, el primer fabricante de aviones de combate de Francia (N.del A.: 
los Mirage), quien tiene prohibida la entrada a Bélgica por negocios ilegales. El otro 
40% fue adquirido por el Grupo Carlyle, cuyo principal accionista es George Bush 
padre. ¿Qué va a estar dispuesto a escribir ‘Le Figaro’ con estos dos señores 
detrás?”. 
 También resultaron de interés algunas apreciaciones de Oliveres respecto del 
desastre ecológico provocado por el barco petrolero “Prestige” en las costas de 
España en el 2002. Se recuerda que ese barco, con bandera de Bahamas y 
procedente de Letonia, que se dirigía hacia Gibraltar, sufrió una grieta en uno de 
sus costados y posteriormente se partió en dos –por causas que aún no se 
aclararon debidamente y continúan envueltas en la polémica- cuando se encontraba 
a 250 kilómetros de las costas de Galicia. Cuando se enviaron remolcadores para 
arrastrarlo a que se hundiera mar adentro, su capitán se resistió durante horas, 
tiempo en que, antes de partirse, explotó uno de los tanques durante una 
tormenta. Allí comenzó el derrame de petróleo cuyas consecuencias fueron 
desastrosas para la costa gallega y una zona que iba desde el norte de Portugal 
hasta el sur de Francia. El entonces presidente de la Junta de Galicia, Manuel Fraga 
Iribarne (casualmente uno de los que transitó por el Club Bilderberg), había 
asegurado entonces que el hundimiento “no tendría efectos sobre el medio 
ambiente”. Un grosero error de apreciación que aún hoy recuerdan los ciudadanos 
de Galicia. 

 Sobre este tema Oliveres recordó que casi todos los datos del “Prestige” los 
había encontrado en el diario francés “Le Monde”, indicando: “Durante semanas 
estuve preguntándome quién sería el propietario del barco, porque tenía claro que 
el capitán era sólo un ‘cabeza de turco’. Finalmente, ‘Le Monde’ publicó que era 
propiedad de una pequeña compañía suiza, la que a su vez pertenecía a otra rusa, 
‘Alpha Group’. Vladimir Putin tiene intereses personales en esta empresa. Un 
día después el diario (español) ‘El País’ reprodujo el artículo de ‘Le Monde’, pero 
cortó la línea en que salía Putin. Casualmente sólo se saltó esa referencia”. Al 
preguntársele entonces si Putin era tan poderoso, Oliveres respondió: “Cuando 
Putin aspiraba a ser presidente de Rusia, las encuestas le daban sólo un 5% de 
posibilidades. Entonces se produjeron tres atentados en Moscú en los que murieron 
280 personas. Putin apareció en televisión pidiendo ser elegido para garantizar la 
paz y la seguridad. Finalmente ganó las elecciones. Recientemente se descubrió 
que aquellas bombas no fueron chechenas, como se dijo, sino que las colocó la 
KGB, la organización que hasta poco antes había dirigido Vladimir Putin”. 
 Cuestiones éstas que explican, entre otras cosas relativas al presidente ruso, el 
por qué del rápido ascenso de Putin en los ámbitos internacionales –seguramente 
impulsado por el Club Bilderberg- y, muy probablemente, los motivos de que se 
quite de encima a tantos periodistas de su país que le son críticos –30 asesinados 
en el tiempo que lleva como presidente-, entre ellos su última víctima, la tan 
perseguida Anna Politkovskaya, baleada en octubre del 2006. Por cuenta propia o 
también con la ayuda del Club. Para el caso es lo mismo. 
 Por algo dijo la periodista española Cristina Martín, respecto del “selecto” grupo 
que se reúne año tras año en algún lugar del norte de Occidente: “No tienen 
escrúpulos a la hora de matar personas para conseguir lo que quieren”. 
El archivo del terror 
Aquella última frase, que es mucho más abarcativa de lo que parece, va a cobrar 
una espantosa realidad a continuación, al referirnos a algunos documentos que 
lograron ser filtrados de algunas reuniones del Club Bilderberg y llegaron a manos 
del investigador Daniel Estullin. Es que los socios son gente muy prolija, y pese al 
riguroso secretismo con que se manejan en relación al mundo exterior, han llevado 
actas de todos los temas que han tratado, en especial los más siniestros, 
encabezadas con la frase “Estrictamente personal y confidencial”. Las copias de 
algunas de esas actas pueden observarse anexadas al pie de esta nota. 
 Comenzaremos por mencionar los documentos en los que se trata un fuerte 
incremento en los precios del petróleo. Entre los temas tratados durante la reunión 
efectuada en Suecia en mayo de 1973, se había decidido elevar el precio del 
petróleo en un 350%. En una de las fojas del acta correspondiente, puede verse 
cómo los bilderbergers comentaron que el precio del barril de petróleo “subirá de 
u$s 3,50 en junio a entre 10 y 12 dólares”. En diciembre, el barril subió 
“milagrosamente” a u$s 11,65. 
 Otro de los documentos, donde puede verse arriba y a la izquierda la leyenda 
“Desclasificación indefinida. Excluido de desclasificación automática”, reproduce una 
declaración del entonces director de la CIA, William J. Casey, en la que revela una 
conversación privada que mantuvo con su antecesor en el cargo, William Colby, en 
la que éste -“cándidamente”, según sus palabras- admitió el plan de asesinar a 
las cúpulas marxistas latinoamericanas y el tráfico de drogas por parte de la 
agencia de inteligencia, en nombre de la “lucha contra los comunistas” en América 
Central. Operaciones denominadas “A-6 - Red Mist” y “A-7 – Project Sandman”
que, como señaló Colby, se realizaron sin el conocimiento ni la autorización del 
Congreso de Estados Unidos, del presidente Ronald Reagan ni del resto del aparato 
de inteligencia estadounidense. 
 Un memorándum calificado como “secreto” y fechado a las 02:02:55 horas del 4 
de diciembre de 1985, emitido por Oliver North –el coronel involucrado en el 
escándalo “Irán-Contras”- describe cómo éste y los gobiernos de Israel e Irán 
negociaban la venta de armas a los iraníes en plena guerra de éstos con 


Irak. Y recordemos que entonces a Irak le suministraba armas Estados Unidos. 
Una operación redonda, muy del estilo Bilderberg: jugar a dos puntas y, como se 
mencionó anteriormente al referirnos al informe “Iron Mountain”, alentar guerras y 
armar a los dos bandos para obtener beneficios. 
 Otro memorándum, también emitido por Oliver North y fechado a las 21:50:26 
horas del 12 de septiembre de 1986, revela como éste y el entonces primer 
ministro israelí, Yitzak Rabin, tramaban el envío de armas a su supuesto 
“archienemigo”, Irán. 
 Pero si estos documentos hasta aquí mencionados constituyen un ejemplo de las 
maniobras que son capaces de realizar, sin que se les mueva un cabello, los 
siniestros barones de la política, la banca, la industria y el sector militar, agrupados 
en una organización tan oscura como el Club Bilderberg, lo que sigue alcanza 
ribetes verdaderamente terroríficos, y debería hacer que sus mentores fueran 
acusados por lo menos de incitación al genocidio a nivel planetario. 
 Se trata, nada menos, que el plan para reducir la población mundial a la 
mitad. Es decir, “suprimir” a 3.500 millones de los 7.000 millones de habitantes 
que pueblan el planeta Tierra. 
 Eran los últimos meses de Richard Nixon como presidente de Estados Unidos, ya 
que el escándalo Watergate, que había comenzado en 1972, había alcanzado su 
pico máximo para abril de 1974, y Nixon finalmente renunciaría seis meses más 
tarde. Pero el 24 de abril de ese año, el presidente y su entonces siniestro “alter 
ego”, Henry Kissinger -uno de los principales personajes del Club Bilderberg desde 
sus comienzos hasta hoy-, elaboraron y firmaron un informe encabezado como 
“Memorándum 200 – Estudio de Seguridad Nacional”. En realidad, aunque 
Nixon firmó ese documento, con lo cual le daba su aprobación, se sindica como su 
autor exclusivo a Kissinger. El mismo iba dirigido al secretario de Defensa, al de 
Agricultura, al Director de la CIA, al secretario de Estado y al Administrador de la 
Agencia para el Desarrollo Internacional. Como “Objeto” de dicho memorándum 
figuraba: “Implicancias del crecimiento de la población mundial para la 
seguridad de Estados Unidos y sus intereses de ultramar”. 
En el punto 29 del informe, que por supuesto apareció poco después en una 
reunión del Club Bilderberg en las manos de Kissinger, sus ideólogos sugieren 
“intensificar programas de población” para poder “reducirla”, desde ese año 
1974 hasta el año 2000 en unos 500 millones de habitantes, y hacia el año 2050 en 
unos 3.000 millones, basándose en la premisa de que “el planeta se está 
quedando sin recursos naturales para abastecer a casi 7.000 millones de 
personas”. 
 Tal parece que en poco tiempo esa “intensificación de programas de población” 
comenzó a tomar cuerpo. Los conflictos en diversas partes del mundo y las 
consecuentes guerras que muchos de ellos generan fueron aumentando cada vez 
más, obviamente alimentados, como se dijo antes, por el indiscriminado suministro 
de armas a uno y otro bando. Además de un buen negocio, algo que colaboraría en 
la disminución de la población mundial. 
 Pero también caben algunas preguntas que erizan la piel. ¿Tiene que ver el 
Club Bilderberg con la proliferación de enfermedades terminales de todo 
tipo que han aparecido en el planeta, en especial algunas que lo hicieron 
en los últimos 25 años?. Puede parecer aventurado, pero para las siniestras 
mentes de muchos de sus miembros la acción de “plantar” nuevos virus, con 
algunos de los cuales se estuvo experimentando, podría contribuir también a 
disminuir los índices de población, algo a lo que aspiran desde hace más de treinta 
años. 
 Por ejemplo el virus que provoca el SIDA, que apareció en Africa en 1981, no se 
conocía ni existía esa enfermedad en el mundo hasta ese año. Algo similar había 
ocurrido cinco años antes con el virus de Ebola, que se identificó por primera vez en 
el Congo (otra vez Africa) y que generó epidemias con el resultado de un 50% a un 
90% de mortalidad en ese país y en Costa de Marfil, Gabón y Uganda. Por su parte, 
en 2004 se confirmó una nueva epidemia del Ebola en el sur de Sudán. Y otro virus 

parecido al de Ebola es el que apareció en 2002 en la ciudad alemana de Marburg, 
por lo que lleva su nombre, aunque aún es poco conocido. 
 A la vez, el virus de la llamada “Gripe Española”, que en 1918 acabó con 40 
millones de personas en el planeta, fue reconstruido recientemente en un 
laboratorio de Canadá, y no solo éso sino que además ha sido modificado, 
de manera que una liberación de ese virus podría llegar a sumar incontables 
víctimas en todo lugar donde aparezca. 
 Como para acrecentar las sospechas, un tema afín a lo que se acaba de 
mencionar es que en los últimos tiempos comenzó a acusarse a algunas 
multinacionales químico-farmacéuticas -por ahora veladamente hasta que 
aparezcan pruebas fehacientes- de que en realidad ya cuentan con las vacunas que 
solucionarían graves enfermedades como el cáncer y el SIDA, pero que las guardan 
bajo siete llaves. ¿El motivo?. El gran negocio que para ellas significa que los 
afectados que cuentan con buen poder adquisitivo continúen pagando por los largos 
tratamientos necesarios para mantenerse un tiempo más con vida, mientras los 
restantes millones de pobladores pobres que no pueden hacerlo sólo pueden 
esperar la muerte. ¿Otra “contribución” más a los oscuros designios de los 
bilderbergers para disminuir la población mundial?. 
 Además, ¿tienen algo que ver las instalaciones de Fuerte Detrick con la 
fabricación de agentes bacteriológicos?. Y si es así, ¿con qué fines?. Unos años 
después de terminada la Segunda Guerra Mundial, el gobierno norteamericano 
instaló en el estado de Maryland un complejo de laboratorios militares conocido 
como Fuerte Detrick, que muy pronto llegó a albergar a mil científicos dedicados a 
la investigación de armas biológicas. En 1972 se firmó un acuerdo por el que se 
renunciaba a la fabricación y almacenamiento de ese tipo de armas, firmado por 
Estados Unidos, Gran Bretaña, Rusia y otros 130 países. Sin embargo, las 
investigaciones en Fuerte Detrick continuaron, y más aún, el Pentágono incrementó 
a partir de 1980 sus inversiones para la investigación de armas biológicas y 
químicas en un 554% en relación a años anteriores. 
 Desde ese mismo año, las instalaciones de Fuerte Detrick fueron remodeladas 
bajo esquemas de “alta seguridad” e investigadores del USAMRIID (siglas en inglés 
del Instituto Médico del Ejército de Estados Unidos para el estudio de Enfermedades 
Infecciosas) se encuentran aplicadamente concentrados en los efectos que 
provocan numerosos virus, entre ellos los de Ebola, Marburg, Lasa, encefalitis 
equina, fiebre amarilla y viruela, entre otros, como también resultan de gran 
interés militar bacterias como las del ántrax, la brucelosis, el botulismo, el tifus y el 
tétano, por ejemplo. Incluso desde hace tiempo se vienen realizando 
experimentos con presidiarios, soldados y hasta con poblaciones enteras 
no avisadas para estudiar los efectos de determinados engendros allí obtenidos. 
Algo que hubiera causado la envidia de un médico tan abocado a practicar estudios 
en seres humanos como el nazi Josef Mengele. ¿Cuáles serán los destinatarios 
finales de todas estas investigaciones y de las armas químico-bacteriológicas que 
de allí surgen?. 
Conclusión 
 Existen otros “lobbys” y encuentros de personalidades, algunos de los cuales 
podrían ser considerados “parientes” del Club Bilderberg ya que entre sus 
miembros hay muchos socios de este Club. Tenemos así al Foro Económico Mundial 
de Davos, El Club de Roma, la Mesa Redonda de Industriales Europeos –cuyos 
miembros son representantes de alrededor de 50 grandes compañías que facturan 
más de 950.000 millones de euros y tienen gran influencia sobre decisiones de la 
Unión Europea-, y la Trilateral, fundada en 1973 por David Rockefeller y que tiene 
entre sus más destacados miembros a otro bildeberger como (cuándo no) Henry 
Kissinger. Más miembros de una familia numerosa que hacen de las suyas cada vez 
que se sientan a la mesa, por lo general en detrimento de entidades, organismos y 
familias de menos recursos económicos y estratégicos ubicados en lo que se define 
como Tercer Mundo. 

 Se estima que la reunión del 2007 del Club Bilderberg se llevaría a cabo en 
Turquía, la que es considerada como la llave de entrada desde Europa en Asia. 
Quizás por ello a la reunión del año anterior, desarrollada en Canadá, fueron 
invitados por primera vez funcionarios del gobierno turco y los directores de dos de 
los diarios más importantes de ese país. Los temas, según aprecian algunos 
analistas, ya no serían en adelante la guerra de Irak –en todo caso sí el Irak de 
posguerra-, sino fundamentalmente China y su explosión comercial, Irán y su plan 
nuclear, la relación entre el presidente venezolano Hugo Chávez y Fidel Castro y los 
tratados de Libre Comercio. 
 Lo cierto es que el Club Bilderberg pretende hace tiempo imponer un Nuevo 
Orden Mundial, y según los investigadores entre los objetivos que se ha fijado 
para ello figuran establecer una era de post-nacionalismo en un mundo en que no 
haya más países, sino solamente regiones y valores universales: un gobierno 
universal, designado y no elegido; una sola economía universal; un ejército 
también universal, conformado por tropas de las Naciones Unidas; una sociedad 
post-industrial de crecimiento cero; un estricto control sobre la educación; y la 
existencia de sólo tres monedas, como el dólar para el futuro Mercado de las 
Américas –luego de extender los Tratados de Libre Comercio (TLC) por todo el 
continente-, el euro para Europa y otra moneda para la unión Asia-Pacífico. 
 En tal sentido, resultan bien gráficas las expresiones que no hace mucho tiempo 
emitieron dos destacados bilderbergers, y que no dejan de causar escalofríos.
 David Rockefeller dijo en un reportaje a la revista “Newsweek”: “Algo debe 
reemplazar a los gobiernos y el poder privado me parece la entidad 
adecuada para hacerlo”.
 Por su parte, el banquero James P. Warburg afirmó: “Guste o no guste 
tendremos un gobierno mundial. La única cuestión es si será por concesión 
o por imposición”. 
¿El orwelliano “1984” escrito en 1930, con su “Gran Hermano”, se ha instalado 
ya en el Siglo XXI?. 
Anexos 





En el punto 29, los Bilderbergers sugieren “intensificar programas de 
población” para poder reducirla (desde 1974) en unos 500 millones hacia 
el año 2000, y en unos 3.000 millones hacia el año 2050.





El entonces director de la CIA, William Casey, revela una conversación secreta con
su predecesor, William Colby, quien “cándidamente” le admitió el tráfico de drogas
por parte de la agencia, en nombre de la “lucha contra los comunistas” en América
Central.





Descripción de cómo Oliver North y los gobiernos de Israel e Irán 
negociaban la venta de armas a los iraníes en plena guerra de éstos con 
Irak, mientras a su vez Irak era armado por Estados Unidos.


via  Carlos Machado 

 

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