viernes, 1 de marzo de 2013
2Paerte Ernst Bloch: El peregrino de la esperanza.
Los seres humanos son quienes pueden, y están obligados, a descifrar el enigma que
implica el Ser, para así encontrar también su ser propio. Sólo que el carácter indeterminado
de la existencia humana se convierte en un problema de difícil solución: ¿cómo se puede
entender el ser de algo inconcluso, cuando el Ser se distingue justamente por la completud,
por la totalidad?
Heidegger resuelve el problema del ser humano como totalidad en sí mismo, como ser
completo, a partir de la anticipación del último límite de la existencia humana: la muerte, cuya
anticipación le permite al ser humano proyectar su existencia total.24 La anticipación de la
muerte le permite a Heidegger abarcar el intervalo entre el comienzo y el final de la
existencia, el tiempo al que se someten todas las posibilidades del ser en el mundo. Entre
dos extremos de la existencia, entre los límites del nacer y el morir se presentan todas las
posibilidades del ser humano; también a partir de éstos se abren, a cada ser en particular, el
tiempo y el mundo. La muerte permitiría a cada ser humano afirmarse en sí mismo a partir de
todas las posibilidades que se presentan en su existencia y le obligan a asumir su ser propio.
En contraste con el pensamiento heideggeriano, la indeterminación o indefinición de la
existencia humana es para Bloch la fuente de todas las posibilidades. La apertura de la
existencia que ubica al ser humano como un misterio ante el que se abren infinitas
posibilidades, como el ser que aún no termina de ser y, por lo tanto, se perfila como el artífice
de su existencia.
Bloch nos presenta así, un vuelco antropológico del Dasein –ser en el mundo
heideggeriano, que ya no es el ser para la muerte, sino el ser humano esperanzado y abierto
al porvenir. Este vuelco en el pensamiento blochiano es posible por dos aspectos, herencia
de la cultura judeocristiana:
1. el antropológico: la realización del ser humano trasciende el dominio del propio ser y
se circunscribe a un orden ético que desborda las condiciones del presente.
2. el escatológico: la anticipación utópica de un ultimum25 –terminación o realización ética
24 La anticipación de la muerte como solución a la pregunta por el ser y la existencia, tiene sus orígenes en
el pensamiento clásico griego y latino. Heidegger vuelve, de alguna manera, a la respuesta antropológica
griega.
25 El ultimum es la anticipación de la adecuación sujetoobjeto, momento en el que se verifica la «identidad
de posibilidad y realidad del sujeto, del mundo y su realización. El ultimum es un concepto que se verifica para
Bloch sólo escatológicamente» expresa «todos los sueños diurnos, esperanzas y utopías en lo que hasta ahora
del ser humano en comunidad que permite hacer frente al nihilismo y a la negación
de las posibilidades humanas. La utopía como escatología, el éxodo.
De acuerdo a lo anterior, Bloch supera la angustia existencial del ser para la muerte y, tal
como lo expresa Lévinas, «separa el tiempo de la idea de la nada para unirlo a la
terminación utópica. El tiempo no es aquí pura destrucción», es apertura y espacio de
esperanza utópica, es «concebir la muerte a partir del tiempo y no el tiempo a partir de la
muerte».26
El no, no es negación total como en Heidegger o en Sartre; el no como carencia se sitúa
espacial, temporal e históricamente y puede ser llenado por un novum histórico.27
Ante el miedo y la invasión de la Nada, Bloch nos presenta la esperanza como respuesta
del ser humano a un nihilismo que invade el ánimo de la humanidad y tiende a generalizarse
como la condición de nuestro tiempo.
Este tránsito del ser para la muerte al serenposibilidad,28 nos ubica ante una perspectiva
diferente de la existencia y de la realidad donde «los individuos no son lo que son, son lo que
serán, la verdadera identidad descansa en el futuro».29 La posibilidad no se encuentra en la
existencia como negación, por el contrario, la existencia que se cierra a sus posibilidades es
una existencia que renuncia a recorrer el camino que puede llevarla al encuentro aúnno
realizado con su verdadero ser.
El ser humano en el pensamiento blochiano «es pensado y definido como un ser
connotado por una radical apertura»,30 como un ser noacabado, nodeterminado, por ser y
por afirmarse en su carácter humano. En este sentido, la existencia humana se presenta
era fundamento oscuro», expresa el utopissimum, la «síntesis lograda donde se habrá realizado todo lo que
estuvo anunciado, anticipado en el recorrer del camino». (Gimbernat, José, Ernst Bloch. Utopía y esperanza.
Madrid, Cátedra, 1983. pp. 8992.
26 Lévinas, Emmanuel. Dios, la muerte y el tiempo. Madrid, Cátedra, 1994. pp. 123 y 124.
27 Münster, Arno. Figures de l’utopie dans la pensée d’Ernst Bloch, París, Aubier, 1985.
28 Me parece que es importante considerar la concepción escatológica de la historia rasgo distintivo de la
construcción antropológica judía – como uno de los aspectos clave para perfilar la esperanza como el principio
fundamental en la apertura del ser humano a su propia existencia.
29 Geoghegan, Vincent. Ernst Bloch. Londres, Routledge, 1996, p. 97.
30 Cangiotti, Marco. Di cosa è fatta la speranza: lettura di Bloch. Urbino, QuattroVenti, 1985. P. 16
como un misterio, «todavía y ni tan siquiera del todo presente y por eso mismo con
historia»;31 en su potencialidad se perfila como una existencia abierta, marcada por el signo
del cambio, por ser o siendo en posibilidad:
La posibilidad es un modo de ser peculiar y extraordinario que circunda la realidad dada y,
sobre todo, la precede.32
Esta condición de apertura tiene importantes repercusiones en la construcción de la
subjetividad individual y, aún más, en las relaciones del ser humano frente a otros seres
humanos, frente a la naturaleza y a la historia. Un ser humano capaz de anticipar, no se halla
sujeto a ninguna condición externa como a algo permanente e inmutable. Esta situación se
traduce, en principio, en una conciencia crítica; por otra parte, la anticipación, en el contexto
del compromiso social, permite perfilar anhelos de realización de libertad y justicia,
condiciones que no han sido realizadas y niegan constantemente a los seres humanos.
La anticipación utópica nos presenta un horizonte abierto que permite al ser humano
vencer el miedo y fortalecer la esperanza. A diferencia de la anticipación de la muerte, que se
expresa como angustia existencial, la esperanza es la disposición subjetiva ante la cual se
abre al ser humano un vasto horizonte sobre el cual actuar.
Ante el sujeto moderno y autosuficiente, Bloch propone el ser humano nodeterminado,
abierto a la existencia como a una aventura, pero también comprometido con un porvenir
aúnnoacaecido que puede llevar al ser humano al encuentro con su verdadera esencia.
Ante el ser para la muerte heideggeriano y a la angustia ante lo indeterminado, Bloch
propone la esperanza, ese singular afecto de espera33 que se encuentra en la subjetividad de
31 PE, T. I.
32 Bloch, Ernst. Experimentum mundi. Brescia, Queriniana, 1980, p.79. (En adelante nos referiremos a este
texto como EM)
33 Para Ernst Bloch, el «aceite que alimenta la lámpara de la historia» es el imperativo por resolver las
necesidades materiales, a partir de éste, se manifiestan las pulsiones, como aspiraciones de los seres humanos
que, cuando se manifiestan como anhelos o manifestaciones sentidas, –se constituyen como un querer activo y
se convierten en afectos. Los afectos se convierten en deseo con contenido «el amor de algo, la esperanza de
algo, la alegría por algo» y son separados por Bloch en dos tipos: a) los afectos saturados o saciados
«aquellos cuyo impulso es reducido, en los cuales el objeto del instinto se encuentra a disposición, si no a la
disposición individual del momento, sí en el mundo a la mano», y b) los afectos de espera «aquellos cuyo
impulso es extensivo, en los cuales el objeto del instinto no se encuentra a la disposición individual del
momento, ni se halla tampoco presto en el mundo a la mano, de modo que puede dudarse todavía de su
resultado o de que acaezcan». (PE, TI, pp. 5063)
Los afectos de espera se diferencian de los saturados por su carácter «incomparablemente má
los seres humanos y que los proyecta hacia un porvenir que sólo ellos pueden construir. Así,
la existencia humana se perfila como una aventura con infinitas posibilidades y orientada al
fin de realizar su plena afirmación aún no alcanzada:
Soy, más no me pertenezco aún.34
Y, ese no pertenecerse, que abre un horizonte con infinitas posibilidades, sitúa al mismo
tiempo al ser humano ante sus límites, le genera una conciencia responsable frente a los
otros seres humanos y ante su mundo, pues la confianza que genera la esperanza es
anticipación ética de un mundo mejor, del cual formamos parte. Estamos en el camino y
tenemos una responsabilidad histórica que asumir.
De acuerdo a este planteamiento, la vida no se agota en lo inmediato, ni se encuentra
marcada por un pasado determinado o yaterminado35 y por un futuro marcado por la
fatalidad de algún destino. La realidad de la existencia humana no se agota en el instante,
sino que se encuentra abierta a la posibilidad, quizá aúnnorealizada, pero sí esperada,
latente en los anhelos y con tendencias para hacerse posible en las condiciones concretas,
en permanente cambio.
Esta propuesta para vivir y relacionarnos con el mundo que nos rodea, en profundo
contraste con puntos de vista y actitudes que se limitan a una realidad inmediata y ya
acontecida, es la que permite a Bloch llamar a una apertura de las capacidades de soñar y
desear de los seres humanos, aún más, de vincular esos sueños y anhelos a las
posibilidades que subyacen en la realidad como tendencia o como latencia, para construir
el mundo que responde a su ser auténtico. Esta capacidad crítica, por otra parte, le permite
distinguir las falsas utopías –aquellas ideas evasivas que no tienen un vínculo concreto con
la realidad, de las utopías concretas.
De acuerdo a las ideas de Bloch, el ser humano es, ante todo, un misterio, y su
disposición a esperar y su apertura a la temporalidad, se presentan como fundamento de su
anticipador». El afecto de espera más importante, de acuerdo a Bloch, por representar «el afecto del anhelo y,
por tanto del yo», es la esperanza. (Ídem)
34 EM p.41
35 Existe una conciencia del pasado como herencia, que nos deja imágenes residuales y esperanzas aún
no verificadas que «configuran un excedente no definitivamente perdido sino transportable a la realización
futura». (Ver Gimbernat, José. Ernst Bloch. Utopía y esperanza. Op. Cit. p. 95)
cualidad humana:
“… el hombre es, según se dice, el único ser que no se halla sujeto a ningún medio ambiente
determinado. Es un ser abierto al mundo, que tiene necesidad y capacidad de construir por
doquier, en medio de sus culturas, su entorno vital mismo. No obstante, existe un elemento y un
medio ambiente, sin los cuales le es imposible vivir, y esto es la esperanza. Ella es el hálito de la
vida. Con la esperanza queremos pues, designar, dentro de este contexto: 1. Una peculiaridad
del ser específicamente humano, y 2. ese medio, elemento y fluido que requiere la existencia
específicamente humana. Si a continuación denominamos al hombre un “ser escatológico”, esto
quiere decir que tal asignación rebasa todas las demás antropologías que designan al hombre
como ser que se caracteriza por la palabra, o como ser político, o como ser instrumental. En
efecto, todas estas designaciones hacen referencia al entorno vital, que el hombre debe crear
culturalmente, pero no a su apertura al tiempo, que sitúa al hombre, hasta en sus íntimas
entrañas existenciales, en el umbral que se mece entre el hoy fugitivo y el mañana que siempre
se presenta nuevo. En la esperanza intuimos que el hombre no conoce experiencias definitivas,
sino que percibe incesantemente nuevos obstáculos, impulsos y ocasiones en que evidenciar su
vitalidad”.36
Es precisamente en esta disposición a esperar, donde surgen las posibilidades de la
utopía como principio de acción. La utopía representa el umbral al porvenir, la anticipación no
sólo de lo que puede ser, sino también de lo que debe ser. En la esperanza no sólo se
reflejan las aspiraciones o los ideales, sino también las potencialidades de los seres
humanos. A los ojos de Ernst Bloch, el ser humano y su mundo no se limitan a la inmediatez
de una realidad que se agota en sí misma, esta noción sólo nos describe una realidad triste y
limitada que no coincide con la riqueza del existir humano: abierto, por construirse, por
conocerse, por encontrarse a sí mismo.
La veta inagotable del existir se expresa en una antropología que nos presenta al ser
humano como homo absconditus, como aquél que no se ha visto a sí cara a cara, en la
propuesta esperanzada y esperanzadora que da como respuesta al problemanosotros el
más importante y más difícil de resolver, a un ser humano abierto, aúnnoacabado, con
esperanza.
ii. Hacia una realidad más amplia y verdadera.
36 Moltmann, Jürgen. El experimento esperanza. Salamanca, Editorial Sígueme, 1977. p. 34
Bloch manifiesta su crítica a la sociedad moderna en dos sentidos fundamentales. En
primer lugar, y sustentada por su pensamiento marxista y su actividad política socialista,
expresa una crítica a las relaciones sociales capitalistas que se concretan como relaciones
de opresión y, por lo tanto, de injusticia. En segundo lugar, Bloch manifiesta, a la vez, una
crítica / recuperación de la tradición filosófica occidental. En la forma de pensar, considera
Bloch, se encuentra ya limitada la forma de actuar, de situarse en el mundo y de ponerse
límites para transformarlo.
En Sujetoobjeto, además de expresar su admiración por la dialéctica hegeliana, expresa
las limitaciones de un pensamiento que se encuentra encerrado en sí mismo, en una lógica
que no sólo es circular sino que además se hace cada vez más estrecha. Bloch representará
la filosofía occidental como «la serpiente que se muerde la cola», por ser un sistema cerrado
que tiende a la contemplación.37
El pensamiento que mira al pasado y se detiene en el presente, limita las posibilidades
que el ser humano tiene hacia su porvenir y, así, lo ubica en un estado de contemplación que
limita sus posibilidades de crítica y de transformación, «a nivel de método, identifica el
contenido del saber con el del habersido»,38 así, crea un círculo cerrado en el que cualquier
cambio a lo más que puede aspirar es a la repetición, pues carece del sentido de lo nuevo.
De acuerdo a lo anterior, pensar y vivir significarían recordar, más que aventurarse o
experimentar.
La crítica blochiana de la filosofía de la anamnesis recibe en esta circunstancia una singular
orientación. Lo que Bloch reprocha a la filosofía del pasado es haber elaborado una concepción
de lo nuevo como repetición, permaneciendo así inevitablemente encerrada en lo «yasido»39
En primer lugar, Bloch critica una forma cerrada de concebir la realidad que se
manifiesta, en consecuencia, en una forma limitada de vivir dicha realidad. En segundo,
Bloch plantea una apertura que va de la posibilidad de la ontología –las posibilidades que se
circunscriben a las condiciones ya dadas a la ontología de la posibilidad –las posibilidades
que desbordan lo ya determinado, que amplían la realidad de lo posible, a lo aúnno
37 Crinella, Galliano. Op. cit. p. 84.
38 Bloch, Ernst. Sujetoobjeto. El pensamiento de Hegel. México, Fondo de Cultura Económica, 1983. p.
411. (En adelante nos referiremos a este texto como SO).
39 Zecchi, Stefano. Op. Cit. p. 82.
Ante el pensamiento que se presenta como sistema cerrado, Bloch replantea las
nociones de realidad y verdad de acuerdo a las potencialidades y posibilidades de lo real –
incluida la materia, más allá de las condiciones inmediatas o presentes. Lo que Bloch está
planteando es un ser abierto al porvenir, podríamos decir un ser siendo, un ser aúnno
determinado.
Para Bloch el principio de identidad debe transformarse de este modo:
A = aúnno A (A = nochnich A). Esta equivalencia se convierte en la categoría límite utópicoreal
Ante el pensamiento que se presenta como sistema cerrado, Bloch replantea las
nociones de realidad y verdad de acuerdo a las potencialidades y posibilidades de lo real –
incluida la materia, más allá de las condiciones inmediatas o presentes. Lo que Bloch está
planteando es un ser abierto al porvenir, podríamos decir un ser siendo, un ser aúnno
determinado.
Para Bloch el principio de identidad debe transformarse de este modo:
A = aúnno A (A = nochnich A). Esta equivalencia se convierte en la categoría límite utópicoreal
de la reunificación, sin distinciones, de la apariencia con la esencia: por tanto, de lo que sería
todo el ser en la verdad y en la realidad de su entidad en general, de su ser intrínseco y
esencial.40
S (el sujeto) todavía no es P (el predicado), Bloch cuestiona así lo racional como verdad
aúnno realizada, no todo lo racional es real ni lo real es racional y, ambos pueden ser
cuestionados. No se ha realizado la coincidencia entre sujeto y objeto, sin embargo, la
realidad no es inmutable, es un proceso histórico en el que el ser humano debe buscar su
plena realización, en la conciencia de que lo real puede llegar a ser racional. Así,
la verdad que se realiza, explica Bloch, en ningún lugar es ya verdadera, y es por ello utopía.
El primer presupuesto de la utopía no debe circunscribirse a la simple constatación de la crisis de
la verdad, sino que debe comprender también el proceso de realización de lo verdadero en el que
ser y verdad no coinciden. Esta determinación de la relación verdadser podríamos considerarla
el elemento de fondo sobre el que se inserta la función utópica.41
Bloch encuentra en la conciencia anticipadora, propia del pensamiento utópico, la puerta
que abre el espacio de la inmediatez a una realidad más amplia –en cuanto a las
posibilidades y verdadera –en cuanto reconoce la subordinación del ser y el mundo al orden
ético, al orden humano, a la terminación (fin de la explotación)
42
La posibilidad anticipadora, no sólo permite la disposición de esperanza en la subjetividad
de los seres humanos disposición que los abre hacia su porvenir, sino que, en términos
sociales, es la expresión del anhelo de justicia que permite una crítica capaz de generar
posibilidades de crear relaciones sociales y políticas que nos acerquen al encuentro con
nuestro ser verdaderamente humano.
En este sentido, nadie antes que Ernst Bloch había definido y sistematizado las
posibilidades de la conciencia utópica como reales. La dimensión utópica se concebía
separada de la realidad, con una función estrictamente normativa o se ubicaba como una
crítica ética que negaba las condiciones inmediatas pero presentaba una propuesta diferente
con pocas posibilidades de concreción.
En otras palabras, antes de Ernst Bloch se presentaba una separación entre realidad
40 Ídem, p. 81.
41 Zecchi, Stefano. Op. Cit. p. 95.
42 Lévinas, Emmanuel. Dios, la muerte y el tiempo. Op.Cit.
Nos encontramos así que la crítica de Bloch es inmediatamente anticipación y propuesta,
aún más, esa anticipación es la que permite cuestionar la autenticidad del ser humano en las
condiciones actuales.
iii. Esperanza y utopía concreta.
A la edad de veintitrés años (1907) a Bloch le sorprenden “como un rayo”, según él
mismo lo describió, reflexiones que nunca le habrían de abandonar: se trata de las nociones
del «aúnnoconsciente» y del «aúnnodevenido», conceptos que más tarde allanarían las
sendas de la utopía que permitirían a Bloch replantear la realidad del mundo, ya no desde lo
dado o lo manifiesto, sino a partir de las posibilidades y las potencialidades aún no
desarrolladas.
La teoría del aúnnoconsciente, a diferencia del yanoconsciente de Freud, «trataba
sobre todo de lo aún inconsciente, de lo que alborea ante nosotros en la juventud, en
tiempos de transición, como el Renacimiento, el Sturm um Drang, la Revolución Francesa, el
primer romanticismo, y en el pathos de lo nuevo, el peculiar pathos de la creatividad del
hombre»
47
.
Este planteamiento, que comenzó como intuición en el joven Bloch, será parte central en
“La conciencia anticipadora”, texto que sirve como fundamento a su obra capital El principio
esperanza. Aquí, Bloch reivindica al sujeto material que se encuentra a la raíz del sujeto
psicológico.48 En este sentido, su crítica al psicoanálisis no es una negación o una refutación,
sino una mirada que ubica el sujeto psicológico a la luz de la historia y de los procesos
concretos que ésta entraña.
En este sentido, los impulsos y pulsiones en el ser humano están determinados social e
históricamente y se encuentran relacionados directamente a las condiciones materiales en
que se encuentran las personas. Apunta Bloch:
...la propia conservación –con el hambre como su manifestación más tangible es el único
47 Pérez del Corral, Justo. “Ernst Bloch: imágenes del hombre, claves del pensamiento”, en GómezHeras,
José María, Ernst Bloch. La utopía como dimensión y horizonte de su pensamiento. Antología, documentación y
estudios. Barcelona, Anthropos, 1993. p. 166.
48 Cangiotti, Marco. Op. Cit. p. 19
entre los varios impulsos fundamentales que realmente merece este nombre, es la última y más
concreta instancia instintiva referida al sujeto.49
Para Bloch está claro que la autoconservación se transforma continuamente, al pasar de
la tendencia biológica al deseo social complejo, que se encuentra en continua y dialéctica
relación de interacción con otras formas de deseo.50
La crítica que Bloch hace del sujeto psicológico, desde el sujeto social, se convierte en la
base de un pensamiento que se manifiesta contra las condiciones sociales, políticas y
económicas vigentes y contra la forma de concebir una realidad que se limita al pasado y al
presente inmediato. A partir de esta crítica, Bloch replantea la forma de concebir y vivir la
realidad, pues ésta tiene en sí misma la semilla de la utopía. Pensamiento y realidad, ser y
existencia, naturaleza y ser humano, espíritu y materia, son parte de un complejo de
procesos y relaciones, contienen en sí y al mismo tiempo están sujetos a múltiples
posibilidades de cambio.
En lo que respecta a la subjetividad humana, la capacidad de soñar no se agota en el
inconsciente y en los sueños nocturnos; aún más importantes son los sueños diurnos y el
aúnnoconsciente que caracteriza este tipo de proyecciones, al reflejar los deseos y anhelos
conscientes de los seres humanos. En los sueños diurnos se manifiesta la conciencia de algo
que falta y que no es compatible con la realidad inmediata, a diferencia de los sueños
nocturnos, que son una forma de escape o evasión ante situaciones pasadas que ya no se
pueden modificar. Los sueños nocturnos cumplen una función negativa, se trata de una
superación subjetiva de lo ya acontecido; en contraste, los sueños diurnos juegan una
función positiva: en primer lugar expresan sueños o anhelos, expresan faltas y necesidades,
por lo tanto existen como posibilidad de transformación de la realidad.
Los sueños diurnos son proyecciones hacia el futuro, manifiestan posibilidades
potenciales aún no realizadas que disponen a los seres humanos para la transformación de
las condiciones inmediatas con el fin de realizar las proyecciones desiderativas contenidas
49 PE T.I, p. 53
50 Cangiotti, Marco. Op. Cit. Al respecto señala este autor: Es evidente como la concepción blochiana de la
autoconservación está en franca oposición con la hobbesiana. En Hobbes, de hecho, este instinto es fruto del
miedo, por lo tanto de una condición antropológica de clausura y ocultamiento que nos lleva a una concepción
del hombre como un microcosmos encerrado en sí mismo e interesado en prolongar lo más posible tal estado
de aislamiento y soledad. (p. 20) En cambio en Bloch la autoconservación es motivada por el hambre y, por lo
tanto, por una condición de insatisfacción, razón por la cual el ser humano se ve obligado a salir de sí.
en este tipo de sueños.
Lo utópico, en esta fase aúnnoconsciente existe como una necesidad para la
realización de ese proyecto humano aún no acabado, se manifiesta como necesidad que
exige la transformación hacia una realidad nueva, diferente. Esta manifestación anticipadora
puede pasar de una forma aúnnoconsciente a una etapa conscientesabida, en la que no
sólo cuentan las expectativas creadas por los sueños diurnos; sino que éstos son analizados
a la luz de la realidad histórica, poniéndose de manifiesto sus límites y posibilidades
objetivas; es entonces cuando la anticipación de los sueños diurnos deviene función utópica.
En la posibilidad de la acción orientada a la transformación del mundo se encuentra la
riqueza de la función utópica. Esta función se manifiesta en el nivel subjetivo como una
disposición de esperanza y, a partir de aquí, se perfila como una posibilidad que se hace
objetiva en cuanto entra en contacto con las condiciones existentes, comienza a
manifestarse como realidad en la acción transformadora que logra suscitar.
La función utópica es de acuerdo a Bloch, «la única función trascendente que ha
quedado y la única que merece quedar, una función trascendente sin trascendencia».51 De
esta manera nos expresa Bloch la crítica a una sociedad fetichista y a un pensamiento que
limita la verdad a lo ya determinado, por una parte, y la necesidad humana de trascender sus
limitaciones y todo aquello que la niega a partir de una anticipación de sus necesidades y
posibilidades de realización plena, por la otra.
En este sentido, se hace una recuperación de una parte del pensamiento religioso que, a
consideración de Bloch, no es únicamente ideología; sino que al igual que otras expresiones
humanas como el derecho natural , no debe ser negada completamente, pues también
«está tejida de los sueños humanos no realizados, de la utopía todavía posible. Si el ateísmo
olvida este componente anticipador, con frecuencia activo en la ideología religiosa, se
degrada a un ateísmo vulgar y economicista».52
Este sentido de aspiración a la trascendencia, de la búsqueda de lo infinito en la finitud,
propio del pensamiento religioso, es secularizado por Bloch al situarlo en la historia, en la
anticipación de la plenitud humana, en la apertura a un porvenir «sin un Sobrenosotros,
51 PE T.I p. 135
52 Gimbernat, José. Op. Cit. p. 19.
traspuesto en lo alto (...) sino que se muestra “con el rostro descubierto” […] en el Ante
Nosotros, nuestro verdadero momento presente».53
En esta posibilidad de un trascender secular, el ser humano no renuncia a sus anhelos y
deseos que no encuentran satisfacción en la inmediatez. El ser humano trasciende y se
trasciende, de la misma manera que sucede con la realidad entera, realidad en la que Bloch
distingue como parte de su ser esencial la utopía, la posibilidad de abrir la temporalidad hacia
un destino ético. La conciencia utópica como horizonte y fundamento de la esperanza, hace
referencia a una certeza escatológica de una sociedad en la cual, eliminadas las fuentes del
mal y el conflicto, se realizaría una completa armonía entre hombre y naturaleza.54
La gran contribución de Bloch es haber hallado la utopía como componente de toda la
realidad –incluida la materia, aún más, el haber situado la utopía como el factor dinámico
que da sentido a un mundo en permanente cambio:
a la utopía, a la esperanza finalizada por aquélla, hay que proporcionarles el suelo de la
realidad si tienen que ser algo más allá de los bellos deseos y de los suspiros de la conciencia
desdichada. La coherencia y fundamentación del sistema se producen cuando Bloch reconoce
como correlato del principio esperanza, el principio materia. La materia –toda la realidad es
material representa el sustrato de la posibilidad de cambio. Se produce así la articulación entre
teoría social, proyecto político y una ontología de la realidad material.55
Bloch recupera la predisposición que Aristóteles reconocía en la materia y la interpreta,
no sólo en su modo activodisposicional, sino también en su dimensión anticipatorialatente.
56
Bloch distingue el katà tò dynatón (serenlamedidadeloposible), respecto al dynámei ón
(serenlaposibilidad), para describir dos formas de ser, de pensar y de vivir la realidad. La
primera remite todas las posibilidades a lo acaecido y a lo inmediato, al pasado y al presente
a la mano; la segunda toma en cuenta la potencia y potencialidad57 de las cosas, las
53 Bloch, Ernst. El ateísmo en el cristianismo. Versión en castellano, Madrid, Taurus, 1983. Señala Bloch en
el mismo texto: “Sin embargo, la idea de Dios con el futurum como modo de ser donde brota este Otro, no
puede mantenerse en ninguna religión institucionalizada desde arriba, y así, en el doble sentido, acabada”.
54 Crinella, Galliano. Op. Cit. p. 76.
55 Ídem, p. 65
56 Cangiotti, Marco. Op. Cit.
57 El «poder ser distinto» está compuesto tanto por el poderhacerdistinto, como por el poderdevenir
distinto: el primero constituye la posibilidad activa como potencia o facultad, el segundo es posibilidad pasiva
como potencialidad. Zecchi, Stefano. Op. Cit. p. 155
osibilidades de cambio externas e internas inherentes a la realidad completa –sea ésta
social, histórica e incluso material. Las posibilidades de cambio abarcan el mundo material y
natural. Bloch nos muestra una realidad completa con contenido utópico.
De acuerdo a Ernst Bloch, existencia, ser y naturaleza, tienen su aúnno, sus
posibilidades y sus potencialidades de cambio, de la misma manera que se integran en el
proyecto de realización plena, para Bloch hay un Summum Bonum, un ultimum: el reino de la
libertad (Reich der Freiheit), la patria de la identidad (Heimatsidentität), que es el hogar de la
esperanza humana para la que el mismo fracaso es siempre provisional y puede resultar una
fuente y un incremento de dinamismo.
58
Entre sujeto y objeto, entre deber ser y ser, la presencia (de por sí) es una mediación
cumplida de tal manera que entre estos términos no hay ya contradicción. Se trata de una
armonía espléndida y radiante llamada el Sumo Bien; pero en el mejor de los casos se halla en
una posibilidad real no imposible, es decir en la lejanía.59
De esta manera, Bloch logra perfilar un destino ético sin determinismos y suscitar un
anhelo de trascendencia secularizado,60 al reconocer que en el ser humano existe la
capacidad de anticipar conscientemente el totum, la realización plena; pero sin perder de
vista que en su condición de sujeto activo, el ser humano puede decidir no transitar los
caminos que lo acercan a la concreción de la realización antes mencionada. En última
instancia, es el ser humano el que orienta sus pasos hacia la plenitud o hacia la negación,
hacia la Redención o hacia la Nada.
Ante el pensamiento que plantea la realidad como lo empíricamente verificable, Bloch
propone una realidad abierta al futuro, a los anhelos y expectativas que apuntan a la plena
realización humana en comunidad, incluidos naturaleza y mundo. A las relaciones sociales
de opresión, Bloch plantea la necesidad de justicia y libertad objetivas, en este sentido, Bloch
plantea la necesidad de hacer coincidir ética y ontología.
De acuerdo a Bloch, hay una coincidencia entre ser y existencia. Se hace una crítica a la
idea del ser como algo fijo, inmutable, sin posibilidades de cambio, hacia una idea de ser
58 Hurbon, Laënec. “Ernst Bloch: utopía y esperanza”, en Moltmann, Jürgen y Laënec Hurbon. Utopía y
esperanza. Diálogo con Ernst Bloch. Salamanca, Sígueme, 1980, p.66.
59 SO p. 419
60 Aquel que Horkheimer llama anhelo de justicia
abierto, a una posibilidad que, latente en los deseos y en la voluntad, son susceptibles no
sólo de expresarse, sino también de concretarse en la acción del ser en un mundo que
también existe en el cambio, en el constante devenir. Otro elemento importante es el rescate
ético: un ser abierto a la posibilidad y a la crítica de lo existente es capaz de reconocer la
perfectibilidad del mundo, y esa perfectibilidad se encuentra íntimamente ligada a la justicia,
a la resolución de problemas que impiden que la existencia sea efectivamente humana.
Ya he mencionado en varias ocasiones una categoría fundamental en Bloch: la función
utópica. Esta función vincula la conciencia y la acción con el pensamiento utópico. Las
utopías no son simplemente ideas abstractas, a la utopía abstracta característica por cierto
de las ideologías que tienden a conservar un orden, las utopías como evasión, Bloch opone
la utopía concreta, aquella que tiende a la transformación de la realidad, a la verdadera
vivencia de la vida, a la existencia auténtica de un ser abierto al futuro.
Aunque, a lo largo de la historia del pensamiento utópico, el nexo entre ética y utopía es
una constante la propuesta de una sociedad ideal es la característica común a todo
pensamiento que se define como utópico, en la propuesta de Bloch se marca una diferencia
fundamental respecto a los análisis sobre la utopía y lo utópico que se presentaron con
anterioridad. La ética en la función utópica, por una parte, permite la crítica de las
condiciones existentes y, por otra y a partir de los valores que reivindica, se abre a una
realidad posible, aunque aúnnorealizada. De manera que se establece un vínculo directo
entre esta dimensión ética y la propuesta utópica, a partir de la mediación de la acción
política.
Si existe una separación entre los principios éticos y la práctica concreta, y los primeros
se ubican en una esfera ideal, separada de la realidad y, en consecuencia, abstracta e
ilusoria, las relaciones sociales y políticas se limitan a una condición pasiva de contemplación
sin posibilidades de cambio.
Lo que ha impedido el brote del «aúnnoconsciente», impide también la manifestación del
principio utópico o, a menudo, favorece el desarrollo de la utopía abstracta.61
Este fue el lugar de las utopías durante mucho tiempo, su nolugar fue entendido como la
imposibilidad de concretar ideales que no eran más que sueños imposibles. Fue hasta
61 Zecchi, Stefano. Op. Cit., p. 96
principios del terrible siglo XX, el siglo que combinó barbarie y racionalidad científica,
62
cuando Ernst Bloch, reivindicó lo concreto y lo real de las utopías como el aúnnoser de la
realidad inmediata y la esencia del verdadero ser de la humanidad.
El problema de las utopías, a juicio de Bloch, radicaba fundamentalmente en su carácter
abstracto, en la incapacidad de vincular la crítica de la realidad con una propuesta de
transformación que tomara en cuenta los límites y las posibilidades concretas contenidas en
la historia. Esta separación de la dimensión crítica –utópica, respecto a la propuesta ética –
eutópica expresa los límites de las utopías abstractas para actuar concretamente en la
realidad, ya que éstas, expresa Bloch:
«habían dedicado las nueve décimas partes de su espacio a la pintura del Estado futuro, y
sólo una décima parte a la consideración crítica, a menudo sólo negativa, del presente».63
En tales condiciones, por más nobles y legítimos que fueran sus ideales, éstos se
encontraban inconexos respecto a las condiciones reales para concretar un cambio, de aquí
que la propuesta teórica que Bloch reconocía como utopía concreta era el pensamiento de
Marx, pues fue él quien
«dedico más de las nueve décimas partes de su obra al análisis crítico del presente, y sólo
una parte relativamente mínima, a la caracterización del futuro».64
El marxismo representó para Bloch el pensamiento crítico que logro instrumentar la
función utópica. Esta concreción de la utopía se debe al reconocimiento de que a la relación
entre ética y utopía le es necesaria la mediación práctica la política para llegar a ser posible
o concreta. En otras palabras, para poder tener un vínculo práctico con la realidad concreta,
la utopía debe tener, en mayor o menor grado, posibilidades de transformación práctica. La
mediación práctica entre ética y utopía, es el vínculo que acerca o aleja las posibilidades
reales respecto al planteamiento utópico.
En este sentido, las utopías no sólo llaman a los seres humanos a actuar en la
transformación de su realidad inmediata, sino que se presentan también como posibilidad de
su propia realización. Por medio de los deseos que van unidos a las utopías, los seres
62 Magris, Claudio. Utopía y desencanto. Historias, esperanzas e ilusiones de la modernidad. Barcelona,
Anagrama, 2001.
63 PE T.II p. 190
64 PE T.II p. 190
humanos expresan, no sólo lo que son, sino lo que pueden y deben ser. Las acciones, e
incluso simplemente las expectativas creadas a partir de estos deseos, abren una disposición
vital de esperanza que le da sentido a la vida. El ser humano construye utopías, y las utopías
permiten la construcción del ser humano mismo. En Bloch se manifiestan, al mismo tiempo,
«una lógica de la utopía como construcción de lo humano» y una «intuición de la utopía
como modo de ser y manifestarse, como forma de lo humano».65
Nos encontramos así, con un Bloch teórico y convencido militante utópico, que no trata
únicamente de pensar y replantear el significado de las utopías, sino que trata de entender el
mundo y la realidad a la luz de la dimensión utópica y de afianzar el reconocimiento de lo
utópico como parte fundamental de la condición humana. Creo que hasta el final de su vida
Ernst Bloch estuvo convencido de esto, quizá por esto ante la pregunta ¿puede la esperanza
ser frustrada?, el viejo profesor de Tubinga respondió:
«también ella [la esperanza] podrá ser frustrada y será frustrada. Es más: tiene que ser
frustrada por su honor propio, si no, no sería esperanza».
66
En esta respuesta, a la vez académica, a la vez existencial, se sintetiza parte de las
posibilidades que nos abren las utopías: llenar de matices y de murmullos la existencia, quizá
desconocidos e inesperados y precisamente por eso nuevos; se trata de una invitación para
asumir la vida como una aventura: «el experimento al que se somete el hombre es el de su
propia vida».67
De acuerdo con Ernst Bloch, estamos llamados a recorrer una y otra vez el camino que
perfilan nuestros sueños. La aventura del existir nos sitúa en el aúnnolugar de la conciencia
utópica, en la esperanza de que sólo en la búsqueda de la humanidad plena y en la verdad
encontraremos el sendero que nos lleva a «la única tierra para la que el hombre existe, pero
en la cual, no puede aún –noch nicht entrar»,68 la utopía.
65 Cangiotti, Marco. Op. Cit p. 16.
66 Krotz, Esteban. Utopía. México, Universidad Autónoma Metropolitana, 1988. p. 126
67 Moltmann, Jürgen, El experimento esperanza. Op. Cit. p. 11.
68 Neher, André. “The Pilgrim of Hope: Ernst Bloch”, en They Made their Souls Anew State University of
New York Press, 1990, p. 132.
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